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Marine Le Pen no está sola: la extrema derecha, un juego de máscaras

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Isabel Solís

Política

Aunque las formaciones de extrema derecha claman contra la “dictadura de Europa”, parecen muy dispuestas a integrarse en una dimensión nacionalista europea. Sin embargo, la popularidad de unas y otras difiere de punta a punta.

Pongamos como ejemplo el proceso de des-demonización del Frente Nacional en Francia, ya sea en respuesta a una auténtica moderación ideológica por su parte o porque los medios de comunicación se han escorado simplemente. ¿Es un fenómeno más amplio que se extiende a los demás partidos europeos de extrema derecha?

Leer la entrevista de Julien Rochedy, presidente de Los Jóvenes con Marine en cafebabel.com

A finales de enero, Marine Le Pen aparecía del brazo de los dirigentes del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ - Freiheitliche Partei Österreichs) en el baile de las corporaciones estudiantiles de Viena, algunas de cuyas hermandades (como la Olympia) están consideradas próximas al movimiento neonazi. Las formaciones de extrema derecha parecen dispuestas a integrarse en una dimensión nacionalista europea, tal y como demuestra la creación de la Alianza Europea de Movimientos Nacionales, presidida por Bruno Gollnisch. Sin embargo, para ganar influencia, los partidos de extrema derecha intentan bien que mal no mostrarse como tales.

Nuevos tiempos para el populismo

En un post de un “blog de información”, Bivouac-ID, el autor comenta los resultados de las elecciones legislativas en los Países Bajos celebradas en junio de 2010, cuando el Partido de la Libertad (PVV - Partij voor de Vrijheid) había conseguido el tercer puesto. “Recordemos a los meapilas del pensamiento automático que el PVV de Geert Wilders defiende valores como la democracia, la separación entre Iglesia y Estado, la igualdad entre mujeres y hombres, la igualdad entre homosexuales y heterosexuales, y la lucha contra el antisemitismo. Si defender esos valores es ser de “extrema derecha”, es que estamos en plena inversión del lenguaje”. Si bien este partido defiende valores evidentemente democráticos que son, al mismo tiempo, tanto de derechas como de izquierdas, también los utiliza enérgicamente como base de su oposición al Islam. No hay que olvidar que el PVV se muestra particularmente virulento sobre otros temas no citados por el autor del post. El sitio lanzado por Geer Wilders a finales de febrero es la prueba indiscutible de un radicalismo profundo. Propone a los ciudadanos rellenar un formulario para denunciar a los trabajadores de Europa central y occidental, que supuestamente traen consigo el crimen, el vandalismo, la prostitución y el alcoholismo en el espacio público. Nuevos acólitos del populismo.

La actual presidenta del Partido Popular Danés (PPD – Dansk Folkeparti) ha sido una bendición caída del cielo para esta formación. En los últimos años, Pia Merete Kjærsgaard le ha permitido pasar de la categoría de pequeño movimiento a miembro de pleno derecho de la política danesa. En las elecciones legislativas de 2011, el PDD consiguió el 12,30% de los votos, con lo que se convierte en el tercer partido más influyente del país. Este éxito se debe en parte a Pia Kjaersgaard, que ha sabido popularizar el partido. Su recorrido profesional es todo un mérito para esta empresa: fue asistente de dirección en una agencia de seguros y de publicidad antes de trabajar como asistente a domicilio de personas mayores, a diferencia de los demás políticos que salen de las universidades.

La clave de Pia Kjaersgaard y Marine Le Pen es su carisma. Claman contra la dictadura de los medios y del pensamiento único (implantada por la democracia moderna, según nos cuentan los militantes del Frente Nacional en el polémico reportaje Infiltrados de abril de 2010). Para subrayar su condición de víctima, a la presidenta del FN no le faltan ocasiones. Podemos citar su discurso del 12 de febrero en Estrasburgo, un ejemplo entre otros muchos. Para apuntalar sus afirmaciones sobre el vínculo evidente entre la creciente inseguridad y la inmigración, empleó expresiones como “voy a escandalizar a los cándidos y a los bobos” o “no sé si me arrastrarán ante un tribunal del pensamiento”. En su empeño por jalear al mundo obrero, Marine Le Pen ha comprendido rápidamente cómo atacar al candidato saliente: “Nicolas saca el referéndum, porque, claro, el pueblo es peligroso”. Y así el partido se diluye en la masa de ese “todo” aceptable, sin dejar de ser original y diferente.

La fusión con las instituciones políticas

 Leer el especial de cafebabel.com “Extrema derecha: los anti-Europa

Cuando el lunes 6 de marzo un periodista le mencionó su acercamiento a ciertos políticos austríacos de dudosa reputación en el baile de las Corporaciones estudiantiles, Marie Le Pen respondió que “en Austria, como en Francia, hay que aguantar a gente como usted, tipos de extrema izquierda que desde hace años consideran que todos los que no están de acuerdo con ellos son fascistas y nazis”. Como argumento mayor sostuvo que el FPÖ “está al mismo nivel que el Partido Socialista”. Es decir, que es un partido totalmente respetable y prueba de ello es que tiene un sitio en las instituciones oficiales. Ya puestos, la presidenta del FN se echó al monte y afirmó incluso que Martin Graf, miembro del FPÖ, era el co-presidente de la Asamblea Nacional austríaca y miembro ordinario del Consejo Europeo. En realidad, Martin Graf es recibido solamente en el Consejo de Europa, cuya importancia difiere mucho de la del Consejo Europeo. No obstante, el mensaje es igual de claro: la integración de un partido en instituciones de cierto nivel y su popularidad son muestras de su buena fe.

A menor flexibilidad, peores resultados

Sin embargo, mientras que la llegada de Marine Le Pen ha supuesto el fin de la extrema derecha histórica en Francia, podríamos citar el caso de otros partidos europeos que no se prestan a este baile de máscaras, como el Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD - Nationaldemokratische Partei Deutschland) o la italiana Liga del Norte (Lega Nord). Más allá de estos ejemplos, se pueden distinguir dos familias de extrema derecha que se imponen en Europa. Por un lado, los marginales nostálgicos; por otro, los partidos de discursos modernos. Pero, ¿en cuántos de estos casos la supuesta normalización no es más que una máscara, una estrategia de renovación para acceder al poder?

Fotos:portada (cc) PhotographyKing/flickr ; Texto, Marine Le Pen (cc) Bobby Lightspeed/flickr ; vídeo, (cc) euronewses/youtube.

Translated from Marine Le Pen, Geert Wilders : l'extême-droite avance masquée