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Macedonia: una estabilización engañosa

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Como último Estado multiétnico de los Balcanes que consiguió apagar su guerra civil, Macedonia sonríe a la UE. Pero las frustraciones aún están incubando.

Ya sea a través de la misión militar Concordia, reemplazada hoy por la misión de policía Próxima, la Universidad de Europa del Sureste o las carreteras recién asfaltadas: Macedonia entera está adornada con el logotipo de la Unión Europea. Y con razón, ya que por primera vez Bruselas ha sabido reaccionar a tiempo en 2001 para poner fin a una guerra civil tan breve como violenta. Un éxito para su diplomacia que la UE intenta perennizar con sus múltiples misiones y una tutela omnipresente, permitida por la candidatura para la adhesión depositada en Febrero de 2004 por Macedonia ante Bruselas. Cabría decir que el laboratorio que este país supone para la UE es también un test de la capacidad de ésta para aportar paz y estabilidad fuera de sus fronteras: nation-building, peace-building y ayuda al desarrollo como dicen los expertos.

Como pilar de esta política, los acuerdos de paz de Ohrid, firmados el 13 de Agosto de 2001 entre los representantes de las comunidades macedonia y albanesa, preveían un refuerzo de la protección de los derechos de la comunidad albanesa a cambio del desmantelamiento de la guerrilla, dirigida por el UCK (Ejército de Liberación Nacional) y de la reafirmación de la integridad territorial de Macedonia. Preludio del restablecimiento de la coexistencia multiétnica, ese compromiso debía permitir encarar un círculo virtuoso «estabilidad política-inversiones extranjeras-crecimiento».

La vida sobre el terreno no ha cambiado

Sin embargo, hoy más que nunca, ese plan se ve amenazado. La base de la crisis de 2001 no era fundamentalmente intercomunitaria: resultaba del encuentro entre una degradación fuerte y continua de la situación económica y social y la posibilidad de expresar en un ámbito «étnico» esas frustraciones. Sin embargo desde ese punto de vista la situación está peor que antes: las privatizaciones han perjudicado a los macedonios, que se beneficiaban ampliamente de los empleos en el servicio público. En cuanto a los Albaneses, la vida sobre el terreno no ha cambiado nada: diáspora y negocios de todo tipo continúan alimentándoles. Para los que viven en las zonas rurales como Matejce, en la frontera con Kosovo, nada ha cambiado desde la guerra que tuvo lugar aquí: la mezquita está destruida, no hay empleo y los grafittis a favor del UCK aparecen por doquier. Finalmente, cuando el 20% de los empleos públicos están reservados para los Albaneses según los acuerdos de Ohrid, el Fondo Monetario Internacional (FMI) pide que se reduzca la administración, con el riesgo de amargar aún más la píldora para los macedonios que se sienten víctimas de la discriminación.

Un 2,5 % del presupuesto del Estado para las colectividades locales

Sin embargo la UE sigue confiada, convencida de que la descentralización, piedra angular de los acuerdos de Ohrid permitirá a Macedonia progresar hacia la democracia y el buen gobierno, condiciones sine qua non de la economía de mercado y de la inversión extranjera sinónimos de estabilidad. Sobre el papel no se refleja nada. La ley de financiación de la descentralización votada este verano sólo atribuye un 2,5% del presupuesto del Estado a las colectividades territoriales. Con un 40% de paro de media y un tejido industrial hecho migas, va a ser difícil desarrollar las regiones. ¿Por qué la coalición entre los Albaneses del DUI (Unión por la Integración Democrática) y los Macedonios del SDSM, la Alianza Social-demócrata (izquierda post-comunista) han avalado tal compromiso? Porque esta división territorial, que, siempre según el espíritu de los acuerdos de Orhid, consiste en una redistribución del poder entre comunidades, responde más a una lógica étnica y política que económica.

Mapas, aeropuertos, universidades, carreteras fronterizas y torre de televisión permanecen en el regazo macedonio. El espacio albanés al oeste del país está troceado para evitar cualquier continuidad territorial. Pero cada uno encuentra sus ventajas con la perspectiva de decidir sobre las atribuciones de obras públicas, de nombramiento de puestos, y otras decisiones que serán posibles a nivel local y permitirán a los partidos que gobiernen jugosos beneficios. El DUI gracias a este gerry-mandering podrá de esta manera disponer de una influencia que no tenía hasta ahora (fue creado en 2002) y así excluir a su oponente albanés el PDSH (Partido Democrático Albanés - radicales).

Hacia un Estado binacional

Una lógica de desarrollo separado ya está en marcha. Sobre el terreno, la tentación es hoy grande de intentar apaciguar las tensiones a través de la separación. Como testimonio, la segregación cada vez más marcada de la educación o la evolución del mercado inmobiliario en Skopje, en Tetovo y en ciertos pueblos del norte donde las casas destruidas en 2001 han sido reconstruidas antes de ser cedidas por su propietario a representantes de la comunidad mayoritaria del pueblo. La descentralización, pragmática, no ralentizará este proceso. Al contrario. Conscientes de esta realidad, los macedonios temen que esta división acarree la creación de un Estado binacional, e inesperadamente la oposición macedonia ha conseguido recopilar suficientes firmas para organizar un referéndum sobre la organización territorial. La respuesta: el 9 de Noviembre. Una cosa está clara: si triunfa, la coalición explota y la crisis política se instala. Si fracasa, las frustraciones comunitarias aumentarán. Hecho único, observadores de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) serán desplegados para algo que no son unas elecciones. Mientras tanto, Romano Prodi vino el 1 de Octubre a Skopje para entregar un cuestionario de «candidatura» a la UE al presidente Crvenkovski delante de los parlamentarios reunidos…

Translated from Macédoine : une stabilisation en trompe-l’oeil