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¿Lo mejor es el encierro?

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Default profile picture liv lepke

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Default profile picture irene herrero

Las cárceles europeas revientan por los cuatro costados, las condenas penitenciarias son cada vez más largas y frecuentes. La reinserción y la dignidad humana se quedan por el camino. ¿Hay alternativas a chirona?

La aparición de los primeros centros penitenciarios en Inglaterra y Holanda veía el sentido del castigo no en la venganza sino en la idea de enmendar a los presos mediante el trabajo. El italiano Cesare Beccaria, especialista en derecho penal, pensó de manera innovadora en 1764 en cuanto al castigo. Para él no se trataba de venganza o intimidación sino de impedir a los presos que dañaran nuevamente a sus conciudadanos. Si la sanción hoy en día sigue teniendo el mismo sentido es cuestionable. Porque de la política penal de distintos países europeos no se deduce claramente si se quiere castigar el delito o al autor. Por un lado está la reinserción de los presos como meta superior y en parte incluso principio constitucional. Y por otro lado están las penas cada vez más largas y más duras.

¿Qué significa hoy en día reinserción?

Reinserción es volver a integrar en la sociedad a alguien que estaba condenado penalmente o marginado. La meta es tanto el respeto de la dignidad de los presos como el deber del Estado de proteger a sus ciudadanos extra e intra muros y al mismo tiempo enmendar a los delincuentes. El aumento de saturación en las cárceles de Europa hace casi imposible la reinserción, ya que hay muy poco personal disponible y la agresividad de los reclusos por las condiciones inaceptables en las que se encuentran se incrementa, complicándose el trabajo se complica. A esto se suma que el encierro rápido y en auge alarga la espera a un juicio y a la sentencia, porque los juzgados están también saturados a consecuencia de ésta lógica. Pero sólo a través de la confrontación del autor con su delito y su sanción se puede lograr la reinserción.

La intención del ministro del interior francés Sarkozy de encerrar automáticamente a los reincidentes no mejorará la situación (Le Monde, 26 de abril de 2004). Así mismo parece que la iniciativa austríaca de encarcelar a presos rumanos en cárceles rumanas expresamente instauradas, para ahorrar gastos y evitar la ocupación excesiva crónica (artículo en lalibre.be), no solucionará el problema.

Del mismo modo, las penas carcelarias excesivamente largas no sirven de nada. Diversas investigaciones han dado como resultado que a partir de cierto número de años tras las rejas se forma en el preso un sentimiento de resignación, porque ya no puede comprender el sentido de su sanción.

Alternativas

Una posibilidad, aunque en ese caso tampoco se trata de una alternativa real, sería la introducción de un numerus clausus. La detención en régimen de incomunicación tiene que estar garantizada y no puede haber más de un 103% de “overbooking”. Si en el caso de ocupación excesiva no hubiese plaza el condenado queda reflejado en una lista de espera y vivirá bajo control judicial en libertad. Este sistema fue sustituido en 2002 en Holanda. En Francia y Alemania nunca fue instaurado. Contrapropuestas reales son, por ejemplo, el trabajo de utilidad pública o la introducción del arresto domiciliario controlado electrónicamente.

En lo que respecta al trabajo de utilidad pública, se trata de una buena alternativa para un gran número de delitos porque puede ayudar al delincuente a la interiorización de su delito y su castigo y al mismo tiempo construir un puente entre el delincuente y la sociedad. El problema aquí es que es cada vez más difícil encontrar a socios (asociaciones u organizaciones) que estén dispuestas a colaborar en la ejecución de dichas sentencias. El arresto domiciliario controlado electrónicamente fue abolido hace dos años en Canadá por razones económicas y éticas, pero encuentra cada vez más apoyo en Europa. En Alemania aún se encuentra como proyecto piloto en varios Länder y en Francia se quiere que, tras una fase de experimentación de dos años, tenga una instauración general. Por una parte parece que la alternativa tiene resultados positivos, ya que la persona afectada puede permanecer en su entorno y se puede evitar así la marginación. Pero para muchos se trata de una ampliación del control social por parte del Estado, que también afecta a las personas alrededor del arrestado. Además son empresas privadas con fines lucrativos las que ponen la técnica. Es cuestionable si esto concuerda con el sentido del castigo.

La sanción tiene sentido cuando tiene algún fin razonable. Una política reforzada de encierros, para aplacar los ánimos de ciudadanos y políticos en el ámbito nacional e internacional tendrá a la larga un efecto bumerán, con efectos negativos tanto en la lucha contra el terrorismo como en la lucha por una mayor seguridad interior.

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