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Líbano: el espejismo de la paz

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Política

Tras las amenazas de Al Qaeda la semana pasada a intereses de Francia y España, los grupos islamistas en Líbano están listos para eliminar la aparente calma en la conocida como “Suiza de Oriente Medio”.

Fuera eufemismos. Francia, Italia, Polonia o España no están en misión de paz en el sur del Líbano, sino en tareas de interposición de la paz. Media un abismo de una etiqueta a otra, un foso por el que aparecen los grupos islamistas. Lo dicen los informes de inteligencia de la ONU: hasta seis facciones terroristas amenazan la seguridad de nuestras tropas participantes en la Fuerza Interina de Naciones Unidas para el Líbano (FINUL), cuyo mandato acaba de ser prorrogado hasta el 31 de agosto de 2008. Las tropas lo saben, y Europa lo sabe, como lo sabía Setefilla Garrido, abuela de David Portas, un soldado sevillano de 20 años asesinado en un ataque: “Sabía del riesgo, pero mi nieto sabía una cosa que estaba por encima de eso: que quería ayudar a quien lo necesita. Si con su muerte mejora ese país, si consigue la paz, él también la tendrá en su tumba”.

Una beligerancia real

El pasado mes de mayo, Naciones Unidas informó al Gobierno español (la tercera nación en fuerza desplegada en Líbano, con 1.100 soldados) de que debía estar “muy alerta” ante la proliferación de grupos suníes contrarios a la presencia extranjera en la frontera con Israel, así como ante el comercio creciente de armas ilegales procedentes de Siria e Irán. Fuentes del Ministerio de Defensa español reconocieron la existencia de ese aviso el mismo día en que una bomba mataba a seis de sus soldados cerca de su base libanesa Miguel de Cervantes, el pasado 24 de junio. El riesgo era real. “Son grupos que se han reforzado con el contrabando y que se han asentado con firmeza en pequeños pueblos del sur. Ha habido algunos problemas con ellos desde que nos instalamos en septiembre de 2006”, reconoce uno de los militares desplazados a la zona dentro de la Fuerza Operativa española.

Usando los campos de refugiados

Las zonas en las que estos terroristas están más activos son los núcleos más pobres, en los que se concentran los refugiados palestinos, como Ein el Hilweh o Jund Al Sham (en Sidón, son afines a Osama Bin Laden, y son los que más ataques han llevado a cabo contra las tropas de la FINUL). Desde allí irradian su influencia y, tejiendo una densa red de asistencia social, al estilo de Hamas en Palestina, se hacen con la complicidad de los libaneses. Las tropas foráneas ayudan contra los hebreos, pero también son un estorbo impuesto por Occidente: ésa es su manera de pensar. De ahí que haya leves ataques a las bases militares, que haya poblados enteros que se niegan a colaborar con la fuerza internacional, y que en ocasiones se llegue al atentado.

Los gobiernos europeos han intensificado los contactos con la Autoridad Nacional Palestina, teniendo en cuenta que cinco de los principales grupos que asedian a las tropas (Fatah Intifada, Fatah Al Islam, Jund Al Sham, Osbat Al Ansar y Jund Allah) son facciones surgidas de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Por si el presidente palestino Abbas no tenía bastantes problemas internos, debe intentar detener además a los radicales repartidos, según la ONU, en los 12 campos de refugiados de origen palestino que hay en Líbano. “Auténticos zulos para explosivos, coches bomba y almacenes de armas ligeras”, reconoce España, que aconseja a sus tropas mantenerse alejadas de algunos de estos enclaves. Desde que acabó la guerra de los 38 días del verano de 2006, la FINUL ha localizado ya cinco campamentos de instrucción, gestionados por Fatah Al Islam y Jund Al Sham, los más cercanos a Al Qaeda. Son los responsables, afirman los observadores internacionales, de “atentados a escala media en hoteles e intereses occidentales”, de una agresión sin heridos a la Embajada de EE UU en Beirut -la capital- y de ataques “constantes aunque de baja intensidad” contra los cascos azules.

¡Hizbolá protegiendo a los europeos!

Ante las quejas de los Estados europeos presentes al sur del río Litani (el más cercano a Israel), los jefes de zona de Hizbolá -más que un grupo terrorista, una filosofía de vida para un notable número de libaneses-, han asegurado a las embajadas de Francia, Italia y España que sus esbirros protegerán las espaldas de la FINUL y tratarán de impedir que Al Qaeda les ataque. Al menos es lo que afirmó el prestigioso periodista de The Independent Robert Fisk el pasado mes de junio. Las tropas de la FINUL han llevado la estabilidad de nuevo a Líbano; han evitado que Israel sobrepase su espacio aéreo y son una garantía de una frontera sur protegida. Por eso, hasta los terroristas que tienen una guerra propia dentro del Estado libanés, como Hizbolá, se comprometen a arroparlos. Ahora bien, el peligro de la difusa infantería de Al Qaeda sobrevuela cada mañana las bases de la ONU.

El número 2 de Al Qaeda amenaza los intereses de Francia y España en el Magreb e insta a expulsar las tropas de la Finul de Líbano