Las persianas de Barcelona cobran vida por la noche
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Igual que Berlín y Nueva York, Barcelona es generalmente conocida por poseer una de las escenas de arte callejero más vibrantes y prolíficas de Europa. Pero, al contrario que Berlín, las autoridades de Barcelona nunca han aceptado la cultura del grafiti. A principios de 2011, se hizó ilegal pintar persianas: las puertas metálicas enrollables que protegen los establecimientos de la ciudad y que restan ocultas durante el día cuando los locales están abiertos. Así pues, los grafitis cobran vida sola y exclusivamente por la noche —y algunos de ellos han sido capturados por la cámara de la eslovena Nina Behek—.
Fotos: portada, © Miha Mohorič; galería, © Nina Behek.
Grafiti es un término que proviene de la palabra griega graphein (escribir) y significa garabatear o dibujar en una superficie plana. Este arte cubre un campo amplio: desde movimientos simples y firmas hasta composiciones artísticas más complejas. Foto: © Nina Behek.
Los grafitis tienen una larga historia: desde las primeras pinturas murales procedentes del Paleolítico, cuando las paredes de las cuevas fueron decoradas con diferentes pigmentos naturales, pasando por las inscripciones escritas con tiza en las paredes de las ciudades antiguas de Pompeya y Atenas, hasta las pintadas realizadas por los nazis para extender su propaganda antijudía. El grafiti, tal y como lo conocemos hoy día, desarrolló su imagen en los años setenta conforme a la formación de la subcultura negra en Nueva York. Foto: © Nina Behek.
Después de la muerte del dictador Francisco Franco en la década de los setenta, Barcelona se convirtió en una capital de la cultura bohemia a la vez que recuperaba sus raíces catalanas. Durante décadas, la ciudad floreció al calor de la libertad, el grafiti y la música. Existía un verdadero diálogo entre los artistas y la gente de la calle. Foto: © Nina Behek.
Hay grandes nombres del arte callejero en Barcelona: Pez Pescao —en la imagen, dos de sus criaturas sonrientes—, B-Toy, Kram, Ogoch, Kenor, Tom14, SM172, Gola y otros muchos más. Foto: © Nina Behek.
El año pasado, Barcelona organizó la segunda reunión para los amantes del grafiti —Fem Graff—, que destaca y promueve el trabajo de artistas femeninas, quienes representan un segmento creciente en el arte callejero. Foto: © Nina Behek.
El Xupet Negre es el nombre del artista que dibuja chupetes por toda Barcelona. En una entrevista, aseguró que ahora prefiere ir a pueblos de alrededor de la capital catalana y trabajar sobre muros en los que no moleste a nadie. Foto: © Nina Behek.
Los dueños de los locales optaron por encargar a grafiteros a que pintasen sus persianas en lugar de dejarlas a los vándalos. Desde hace dos años, los propietarios se enftrentan a multas de hasta 700 euros por favorecer el “comportamiento antisocial”, según las autoridades barcelonesas. La sociedad de hoy parece ser más represiva y permite muchas prohibiciones que dificultan el desarrollo del grafiti. Foto: © Nina Behek.
Es una gran contradicción el hecho de que no se permita a los artistas pintar en espacios públicos —aun con el permiso de los dueños— mientras se montan carísimas exposiciones sobre el grafiti en diversas galerías de arte. Y no solo esto, la ciudad gana atractivo —además de dinero— entre los turistas gracias a sus rutas de street art. Foto: © Nina Behek.
En Barcelona, existe un proyecto (MBPA) establecido a través de financiación colectiva —crowdfunding— en 2012 que promueve el entendimiento del arte y protege la libertad de expresión en las calles de la capital. En octubre tuvo lugar su primera exposición, Las calles hablan. En este momento, se encuentran en la creación de un documental sobre el grafiti en Barcelona. Foto: © Nina Behek.
Es triste pensar que los grafitis sobre las persianas barcelonesas, que tanto logran cautivar al caminante nocturno, probablemente desaparezcan en un futuro. Foto: © Nina Behek.