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La tribu de los Europatriados

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Aunque no existen por el momento estadísticas oficiales sobre el tema, el fenómeno esta ahí: los europeos tienen culo de mal asiento.

Según cifras publicadas en enero de 2003 por el instituto de sondeo Eurostat, las migraciones en el "viejo continente" afectan al 5,7% de una población estimada en 455.300.000 personas. Es decir que hay alrededor de 21 millones de personas que viven en tierras diferentes a las de su país de origen, de las cuales 7 millones son naturales de la comunidad europea. Pero, ¿qué es lo que empuja a un italiano a dejar su país natal para probar fortuna en Inglaterra? El auge de programas universitarios como Erasmus –desde 1987 ha salido más de un millón de estudiantes-, Leonardo o Sócrates, el aumento de la movilidad profesional, la apertura de fronteras del espacio Schengen, el aprendizaje de lenguas o la multiplicación de idilios entre europeos son algunos de los factores que pueden explicar esta inédita configuración. Sin olvidar a la minoría que se exilia por razones puramente fiscales, las profesiones liberales principalmente, dice Bernard Girard, filósofo y sociólogo especializado en problemas de migración. ¿Y qué lugares son sus favoritos? Bruselas o Luxemburgo.

¿Europatriados?

La complejidad y el cambio de las dinámicas migratorias hacen que éstas sean cada vez más difíciles de contabilizar. Según Bernard Girard, las estadísticas dejan de lado las evoluciones reales de las tendencias de estos últimos años, por carecer de la perspectiva necesaria sobre los nuevos flujos de población. Lejos de cifras y otros gráficos, una tribu se está constituyendo lentamente pero con firmeza en el seno de los 25. Su apelativo es: los "europatriados". Auténticos electrones libres que estudian en Alemania, trabajan en Budapest y se casan en Toscana. Impregnados de ciudadanía europea, atraviesan el continente con la curiosidad en bandolera.

Tendencias marginales hace 25 años

Este nuevo nomadismo comunitario puede, según Bernard Girard, tener tres formas diferentes.

• Asistimos a la formación de micromercados de trabajo como en Londres, explica. La capital británica está convirtiéndose en un centro de la finanza europea implicando a numerosas nacionalidades comunitarias altamente cualificadas, emigrantes con larga trayectoria universitaria -y a menudo prestigiosa- detrás. Un cosmopolitismo que puede ser observado igualmente en Bruselas y Luxemburgo.

• El sociólogo habla seguidamente de las migraciones de temporeros en los sectores de la construcción o la agricultura. Los trabajadores polacos, húngaros o rumanos se multiplican en estos sectores. Hasta los años ochenta esta realidad era de dominio reservado a portugueses y

españoles, cuyos países reciben hoy a emigrantes gracias a su fuerte dinamismo económico.

• Finalmente, se perfila una tercera tendencia generacional que concierne a los jubilados o a personas con altos ingresos que compran una casa y se instalan algunos meses al año en otro país. Una ojeada al mercado inmobiliario de algunas regiones de Francia, Italia o España basta

para confirmar el aumento del número de compradores extranjeros. Según un estudio realizado por Inmostreet, las compras de bienes inmobiliarios franceses realizadas por extranjeros han aumentado un 3% en 2002. Los ingleses están a la cabeza y representan un 40% de los compradores, poseyendo el 3% del espacio rural del Hexágono. Asimismo, cerca de un millón de alemanes son propietarios de algún bien inmobiliario en otro Estado de la Unión.

Por lo tanto, debemos relativizar este triple éxodo, ya que la libre circulación y la desaparición de fronteras permiten ampliar e intensificar los desplazamientos existentes inicialmente a nivel de territorios nacionales. La tendencia no es exclusiva del continente, pues ya ha sido observada especialmente en EE UU. En el futuro, los países preferidos por los emigrantes serán aquellos que a sus ojos ofrezcan facilidad lingüística y capacidad de apertura. En este juego, son Inglaterra e Irlanda, muy apreciadas ya, los países que pueden convertirse en El Dorado de los amantes del carretera y manta.

El camino de la expatriación : ¿siempre pavimentado de buenas intenciones?

No obstante, y por buenas razones, atención al cerrar las maletas. Partir es morir un poco, no nos quememos preparando las maletas. Ángel, un español que ha viajado mucho entre La Haya, Cardiff y Washington, aconseja estar seguro al 100% de su decisión. Ni apresurarse ni negarse a afrontar la realidad. Los problemas son los mismos en todos los sitios, incluso tomando el sol en la Costa Blanca. Judit, una estudiante húngara de 24 años aconseja "estudiar bien el país, su cultura, su gastronomía, sus costumbres mucho antes de salir, a fin de evitar decepciones o malentendidos. Leer autores célebres, ver películas típicas o entrar en contacto con expatriados os permitirá conocer de antemano los usos y costumbres locales". Segundo escollo según Marta, exiliada en Jordania, "es la comunicación". Si bien el inglés se habla por todo el mundo, más nos vale conocer palabras básicas para no ser sistemáticamente asimilado a un turista y ser tratado como tal. También Ángel previene contra el riesgo de permanecer pegado a sus congéneres, que vienen bien cuando salimos pero que se pueden convertir en obstáculos para la integración, y así reproducir microcosmos patéticos. Para Josha, jurista francesa que pasa algunos meses entre Inglaterra y Alemania hay que tener paciencia ante la administración "kafkiana" a la francesa o el famoso sistema de "hacer cola" británico: sonrisa y confianza en si mismo son las claves para tener éxito en la expatriación. Y sobre todo, como dice Marta: "Considerad vuestros problemillas de adaptación como el preludio para la mejor aventura de vuestra vida". Que así sea.

Han colaborado: Judit Járadit desde Budapest, Marta Agosti desde Ammán y Angél Alonso Arroba desde Washington.

Translated from La tribu des europatriés