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La política lingüística en Flandes: surrealismo a lo belga

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Imponer una multa a los inquilinos de viviendas sociales en Flandes que no dominen el neerlandés. Esta es la última idea de Liesbeth Homans, la ministra flamenca de Vivienda, para asegurarse de que las personas que viven de alquiler hablan neerlandés.

Las autoridades flamencas no son nada originales cuando se trata de establecer medidas para «incitar» a los no neerlandófonos que residen en Flandes a aprender neerlandés. Esto lleva a veces a situaciones, cuando menos…, surrealistas.

No 5000 euros de multa, solamente 440…

Liesbeth Homans, la ministra nacionalista flamenca con competencias en materia de integración y política de vivienda, es partidaria de imponer multas a los beneficiarios de una vivienda social que se nieguen a hablar neerlandés.

«No echaré a nadie de una vivienda social por no hablar neerlandés, tampoco le impediré el acceso si tiene derecho. Simplemente pedimos algo a cambio. Es una cuestión de derechos y deberes», explica en el plató de la cadena pública flamenca.

La Casa del neerlandés será la encargada de realizar los exámenes. Según algunos medios de comunicación, si las personas que viven en una vivienda social no aprobasen el test, corren el riesgo de recibir una multa de 5000 euros.

Björn Anseeuw, diputado flamenco del mismo partido que la ministra (Nueva Alianza Flamenca), desmiente esa cantidad: «Es una caricatura. Esas multas, aplicables a quienes se niegan a aprender el neerlandés, aparecen ya recogidas desde hace ocho años en el Código de la Vivienda. Las multas no llegan nunca a los 5000 euros. En la mayoría de los casos se trata de un importe equivalente a dos meses de alquiler: 440 euros». Según dice, no se trata de un endurecimento de la política, sino de mayores ambiciones con el fin de «resolver problemas sociales».

Queda por saber si la sanción es realmente la mejor manera posible de incitar a los no neerlandófonos a aprender el neerlandés…

El francés se convierte en lengua de signos

En la comuna (o municipio) de Menin, situada junto a la frontera francesa, la burgomaestre flamenca protagonizó la portada de los periódicos, en septiembre de 2013, con motivo de su anuncio de colocar pictogramas en las oficinas de la administración local. El objetivo no es otro que prohibir el uso del francés entre vecinos francófonos y funcionarios para tratar cuestiones adminstrativas. En el caso de no utilizarse pictogramas, la lengua utilizada para comunicarse con las personas que no entienden el neerlandés será la lengua de signos. Como demuestra este vídeo de France 3, esto puede dar lugar a situaciones bastante absurdas…

«No hay que pasar nunca a otra lengua diferente al neerlandés de forma automática. Si no consiguen hacerse entender mediante pictogramas o gestos, entonces se puede cambiar a otra lengua», explica la burgomaestre Martine Fournier al periódico Soir. Pero solo «de forma excepcional», «la excepción debe seguir siendo una excepción y, en ningún caso, convertirse en norma», precisa la alcaldesa.

Cuando uno accede a la versión francesa del sitio de Internet de la comuna, se llega a una página que indica…«¡Bienvenidos al sitio oficial de la Oficina de Turismo de Menin!» Las informaciones administrativas relativas a la vida diaria de los ciudadanos solo están disponibles en neerlandés. La sección «Viviendas» ya no se puede leer, por ejemplo, en francés.

El burgomaestre extraoficial desde hace 8 años

Bélgica tiene una frontera lingüística que la atraviesa de este a oeste desde 1963. En pocas palabras, la población al norte de esta frontera lingüística habla neerlandés (excepto Bruselas, que es bilingüe). Al sur se habla francés, excepto los 70.000 habitantes de la comunidad germanófona.

Después del establecimiento de la frontera lingüística, las «comunas con privilegios» fueron integradas en las comunas en las que la minoría lingüística era superior al 30%. En esas comunas, la población francófona (caso de Menin) tiene derecho, si lo solicita, a recibir los servicios comunales en la lengua que elija.

La circular Peeters del gobierno flamenco especifica que todos los documentos administrativos tienen que ser enviados a los ciudadanos en neerlandés, aunque sean francófonos. Los habitantes de habla francesa residentes en las comunas privilegiadas que deseen recibir los documentos en su lengua tienen que solicitarlo sistemáticamente.

Ahora bien, Damien Thiéry, candidato a burgomaestre por la comuna con privilegios [comunas que se benefician de un régimen de privilegios lingüísticos] de Linkebeek, envió convocatorias electorales en francés en 2006 y en 2012, algo que va en contra de la circular Peeters. Los ministros flamencos competentes se negaron siempre a nombrarle burgomaestre de manera oficial. Damien Thiéry intenta desde hace más de ocho años ganar la causa ante el Consejo de Estado, hasta ahora en vano.

Los francófonos de Flandes rumbo a la ONU

Los francófonos de Flandes serían 310 000, o sea cerca del 5 % de la población flamenca según la Asociación para la Promoción de la Francofonía en Flandes (APFF) y la Asociación de Derechos Humanos (Adhum).

Estas mismas asociaciones no quieren ceder frente a la política lingüística en Flandes. La semana pasada defendieron ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Génova el reconocimiento de los francófonos de Flandes como una minoría nacional.

Una decisión favorable a ese reconocimiento permititía particularmente a los francófonos tener el «derecho a utilizar libremente y sin trabas su lengua minoritaria [el francés] tanto en privado como en público, oralmente y por escrito» en territorio flamenco tal como prevé la Convención marco del Consejo de Europa para la protección de las minorías nacionales.

Bélgica firmó este tratado en 2001, pero Flandes no lo ha ratificado nunca a pesar de numerosas recomendaciones internacionales…

Translated from La politique linguistique en Flandre : surréalisme à la belge