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La Jaula Dorada: el 'sueño francés' y la desilusión

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Default profile picture Mireia Bel Garrit

La  vida presenta a veces elecciones inesperadas. Atreverse a marcharse y vivir tu sueño o conservar lo que se tiene? Esto es lo que le ocurrió a Maria y José, en la película franco-portuguesa « La cage dorée ». Esta pareja de origen portugués y con residencia en París hereda una casa. Con la condición que vuelvan a vivir a Portugal. Un acontecimiento que iniciará una nueva vida dejándolo todo. Y de aprovechar la oportunidad que llama a su puerta.

Es así como el director Ruben Alves cuenta la historia de una familia portuguesa que inmigró a Francia. Narración en gran parte inspirada por su experiencia personal como explicó a la publicación francesa l'Es­pres­so : "A minha mãe é por­tei­ra e o meu pai pe­drei­ro, eu so­zin­ho sou já um cli­ché."

En la ficción, el protagonista también es carpintero y su mujer portera: el alma de todo un inmueble en el que ella trabaja de todo. Pero después de la excitación de la novedad, los protagonistas padecen en silencio la lejanía  de su amado país. En Fran­cia, se sienten explotados. Los malentendidos culturales tampoco les ayudan a sentirse bien en su nuevo país. La búsqueda de un mundo mejor se transforma en un futuro inseguro. Jose y Maria viven esperando días mejores. La mentira evitará que su familia conozca su nostalgia.

Este es el origen del nombre de la película, la cage dorée (la jaula dorada) en la versión original, traducido en portugués por a gaio­la dou­ra­daPor­tu­gal, mon amour en la versión alemana. Representa la necesidad de hacer frente a aquellos que explotan a sus trabajadores sin darles la posibilidad de conseguir su sueño por una vida mejor.

El final feliz es como un barrido para deshacerse de una tela de araña que los envuelve. Jose y Maria llegaran a olvidar el dolor y la melancolía que puede causar una vida sin felicidad. 

Esta historia parece haber encontrado un lugar entre la comunidad franco-portuguesa, convirtiendo esta comedia en el éxito del año tanto en Francia como en Portugal. Según l'Ex­pres­so, durante la primera semana de proyección, la película fue vista por más de 40.000 espectadores cada día.

En Fran­cia, la comunidad portuguesa representa un millón y medio de personas, entre las cuales por lo menos una parte se sentirán identificadas con los personajes de la película. Como Luzia, por ejemplo, que vive y trabaja en Francia desde hace veinticinco años. No obstante, aún sueña con volver a Portugal una vez esté jubilada y haya asegurado a su familia un futuro mejor. Mientras, vive lejos de su familia de origen: "cuando me fui, solo era una muchacha, hubiese querido hacerme mayor con mis hermanas, pero solo las veo una vez al año, confiesa, y cuando vuelva a Portugal seré ya vieja".

Escrito junto con De­ni­se Orrù

Translated from La cage dorée : le « rêve français » et la désillusion