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La construcción nacionalista de los Balcanes a través de Cristo y Walt Disney

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Ramon Gimeno

Sociedad

“Inspiremos a la nación el amor por la arquitectura nacional”. Para Victor Hugo, nación y urbanismo podían estar relacionados, pero su caso no es el único. En los países nacidos de la antigua Yugoslavia, esta unión se produce desde hace veinte años. El paso de uno a siete estados hace todavía hoy necesario construir una identidad propia que permita diferenciarse.

La construcción nacional, sin embargo, implica a veces oposición y, en una Europa minada por los populismos, los proyectos presentados buscan distinguirse del vecino de una manera radical.

Las vacaciones aún no han terminado, así que respiremos el aire de la idílicas costas dálmatas, que ofrecen aguas límpidas, arena fina, naturaleza virgen y el hijo de Dios. “Quiero un Jesús más grande que el de Río”, afirmó Željko Kerum hace dos años. El controvertido alcalde de Split anunciaba así la construcción de la mayor estatua de Jesucristo del mundo sobre la colina Marjan, donde en otros tiempos estuvo escrito “Tito”. Está previsto que la estatua mida 39 metros, dos más que el Cristo del Pacífico en Lima (Perú). Pero no es la primera vez que Kerum hace gala de sus ansias monumentales: hace ya algunos años, quiso instalar un estatua en honor de Franjo Tuđman, primer presidente de Croacia, que lideró el país hacia la independencia.

¿Sorprendente? Dejando a un lado el comportamiento provocador del alcalde de Split, conviene resaltar que el turismo es uno de los motores económicos de la región. Crear una nueva atracción turística, a imagen y semejanza de un Cristo de Corcovado, solo puede resultar beneficioso. No debemos perder de vista que la región fue devastada por una guerra de independencia (1991-1995) y que las ciudades costeras, fronterizas con Montenegro y Bosnia, tuvieron que sufrir los bombardeos de las fuerzas serbias. Los croatas no lo han olvidado y algunos continúan transmitiendo un sentimiento nacionalista bastante radical. Así pues, la idea de construir un Jesús gigante, símbolo de la cristiandad católica, debe entenderse como una manera de oponerse a los vecinos orientales del país, es decir, a Bosnia (estado multirreligioso) y a Serbia y Montenegro (mayoritariamente ortodoxos).

Hay que recordar que en los Balcanes la religión ha sido un factor de identidad y liberación. En efecto, este deseo de emancipación de los países balcánicos fue alentado por la Iglesia en la lucha contra los invasores otomanos. Sin embargo, hubo un hecho decisivo que aceleró los acontecimientos: la aparición de la Virgen María en Međugorje (Bosnia) el 24 de junio de 1981. Dejando a un lado la voluntad de los devotos, no hizo falta nada más para que la Gospa (palabra croata para designar a la Virgen) fuera utilizada por los dirigentes nacionalistas del país. Para muchos, esta aparición sería la prueba de que Bosnia es una tierra santa y católica.

El Walt Disney de Višegrad

Dejemos a la Virgen y vayamos al lado del mal. El realizador serbio Emir Kusturica ha intentado convertir la ciudad bosnia de Višegrad en un símbolo. Esta población es conocida sobre todo por la novela Un puente sobre el Drina que le dedicó el escritor bosnio Ivo Andrić, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1961. Kusturica, a pesar de ser apreciado entre los balcánicos, no deja de ser un pertubador. En su nuevo proyecto, el cineasta pretende crear un Walt Disney balcánico en Višegrad. Una idea loable, aunque muy criticada por su intención de exaltar la nación serbia.

Nacido en Sarajevo, se considera serbio y su punto de vista guarda una marcada “yugonostalgia”.

Esta ciudad no es tan solo el espacio en el que se desarrolla la obra de Ivo Andrić, sino que también es el lugar de nacimiento del constructor del puente que da nombre a la novela, Mehmed Paša Sokolović, quien fue nombrado visir bajo el reinado de Solimán el Magnífico. ¿Qué mejor manera de evocar la serbitud que crear una ciudad turística para glorificar la nación serbia en las tierras que vieron nacer al discípulo de uno los mayores sultanes otomanos? Para añadir un símbolo potente a la idea, las obras comenzaron el año pasado, el 28 de junio de 2011, día en el que se celebra Vidovdan: la fiesta nacional serbia que conmemora la batalla del príncipe serbio Lázaro contra los turcos en 1389 en Kosovo Polje. Para insistir en la idea, el 28 de junio de este año, Kusturica inauguró una parte de Andrićgrad, que es el nombre que recibió finalmente el proyecto.

No sería un error considerar estas dos iniciativas como ejemplos de un nacionalismo creciente. Esto no impide que, en un momento en el que la mayoría de los países nacidos de los Balcanes desea unirse a la Unión Europea, ideas que simbolizan las diferencias religiosas o los antiguos conflictos cobren protagonismo gracias a la intervención de personalidades reconocidas e influyentes —en una falta de adecuación total con los orígenes del proyecto europeo—. Bonita paradoja.

Fotos: portada, (cc) kkseema/Flickr; texto, (cc) amerikov/Flickr.

Translated from Architecture et monuments des Balkans : l’érection nationaliste