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La Bota de Europa hace ruido

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Estrasburgo

29 de enero de 2009 Por Guillaume Delmotte Traducido al español por Sara Blanco Sánchez.

Un artículo del periódico Le Monde (en su edición del 28 de enero de 2009) ha llamado mi atención.

Titulado “Los soldados italianos al rescate de las chicas guapas”, habla de una proposición del presidente del Consejo de Ministros italiano, Silvio Berlusconi, de multiplicar por diez el número de militares que patrullan en los “barrios sensibles”. Serían así unos 30.000 soldados los que “mantendrían el orden” frente a los 3.000 de hoy.

Esta propuesta nace tras una serie de violaciones sucedidas en los alrededores de Roma. El nuevo alcalde de la capital, Gianni Alemanno, es miembro de Alianza Nacional - partido que se define como “posfascista”- y había hecho campaña sobre el tema de la seguridad. Berlusconi no ha podido evitar afirmar con la elegancia que lo caracteriza que “puesto que hay tantas chicas italianas guapas, harían falta tantos soldados que eso nunca será posible”. Más allá de las bromas de mal gusto en las que el dirigente italiano se ha hecho todo un experto, hay que preguntarse sobre la inquietante dirección que están tomando los regímenes políticos occidentales, dispuestos a sacrificar instituciones y libertades en nombre de la “Seguridad”. Ya no es ninguna novedad ver a un gobierno anunciar reformas legislativas en cuanto un crimen se comete y se mediatiza. Pero esta proposición berlusconiana va más allá del típico efecto anuncio. Si ésta llegara a un resultado -es el presidente de la Républica, Giorgio Napolitano, quien debe de tomar la decision como jefe de Estado-y eso a pesar de las criticas de las que ésta fue objeto por parte de la oposicion de centro-izquierda, eso constituiria un precedente peligroso. En efecto, en las democracias modernas es la policía, creada y formada para ello, quien debe encargarse de mantener el orden público interno y no el ejército. Recurrir a este último para garantizar la seguridad de los ciudadanos, militarizar los “barrios”, es un signo de que la democracia italiana puede haber oscilado hacia otra forma de gobierno. ¿ De hecho, no tienen los posfascistas un sabor de prefascismo? Cuando el nuevo presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, tomó la feliz decisión de cerrar Guantánamo, no hacía falta que la “vieja Europa” de Sarkozy, Berlusconi y consortes tomara el relevo de George W. Bush.

(Foto: Martin Le Roy, Flickr)