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La agricultura ecológica europea necesita abono

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Default profile picture maite de sola

Los principios de la agricultura ecológica son una parte integrante del desarrollo sostenible. Aunque hoy sean indispensables, su aplicabilidad no parece tan sencilla para todos los países de la Unión.

La agricultura biológica, que rechaza todo uso de pesticidas o abonos de síntesis, constituye una alternativa interesante para responder a los problemas socio-ambientales a los que se enfrenta actualmente la agricultura de los países europeos. Se han lanzado varias señales de alerta: contaminación de las capas freáticas, empobrecimiento de los suelos que compromete la sostenibilidad de los sistemas de explotación, emisiones de gas de efecto invernadero (carburantes, cría de ganado…) responsables de los cambios climáticos, residuos de pesticidas remanentes en los alimentos y potencialmente cancerígenos… Ya es hora de replantearnos el modo de explotación intensivo para preservar nuestra capacidad de producción y promover formas de agricultura sostenible, y sobre todo, la agricultura ecológica. No obstante, en el ámbito europeo, sigue siendo todavía una figura bastante marginal. ¿El flamante programa europeo de reactivación dará suficiente abono para dinamizar este sector?

La hora del balance

Tan sólo el 3,5% de la Superficie Agrícola Útil (SAU) europea está consagrada a la agricultura ecológica. Es poco, si lo comparamos con Australia y Nueva Zelanda. Estos países solos acumulan la mitad de la superficie que se le dedica en todo el mundo. Pero en el seno de la Unión Europea, la situación difiere profundamente: Austria, Dinamarca e Italia, por ejemplo, no pueden avergonzarse de sus esfuerzos. En efecto, en estos países, hasta el 50% de la superficie de ciertas regiones se cultiva según los principios de la agricultura ecológica. En cambio, la mayoría de los países tiene mucho que aprender de estos buenos ejemplos. Especialmente Francia, en el decimotercer puesto europeo, e Irlanda, penúltima por delante de Grecia.

Herramientas europeas que no están a la altura de los objetivos

Mientras el programa europeo de reactivación de junio de 2003 ha identificado bien las necesidades actuales y realizado propuestas sustanciales para responder a ellas, las herramientas para poner en marcha estos cambios continúan siendo marginales.

Sin embargo, varios asuntos parecen prioritarios en este nuevo programa. La Unión prevé subvenciones para apoyar programas nacionales de impulso de la demanda de productos ecológicos: se organizarán varias campañas de comunicación con el objetivo de ampliar el campo de los consumidores, como las "primaveras ecológicas" francesas. Se ha previsto una armonización de los estándares para reducir las distorsiones de competencia entre países con distintas normas ecológicas. Este tipo de agricultura debe seguir siendo comprometido y decididamente alternativo, y quedaría muy dañado por una disminución cualitativa de sus estándares.

Las herramientas financieras que permiten favorecer el desarrollo de la agricultura ecológica continúan siendo vagas y poco incitativas. La nueva política agrícola común (PAC), que debería ser el nuevo y principal motor de una agricultura más respetuosa con el medio ambiente, es mal aceptada o mal comprendida. La financiación que permitirán las nuevas ayudas se destinará, efectivamente, a promover medidas medioambientales, pero sin ninguna especificidad para la agricultura ecológica. Hay pocas otras fuentes de financiación previstas. Es cierto que existe el programa Leader +, lanzado para el periodo 2000-2006 y que pretende un desarrollo rural más equilibrado, tomando en consideración las nuevas dimensiones socio-medioambientales, pero en la práctica hay pocos proyectos censados que se consagren a la agricultura ecológica. De este modo, la inflexión hacia el modo de producción ecológica depende todavía de la voluntad real que cada país tiene para operar la transformación.

Seguir a los buenos alumnos

No obstante, podríamos inspirarnos de algunos programas de acción muy logrados o, al menos, intentar reproducir algunas iniciativas que han obtenido un cierto éxito en su territorio. Por ejemplo, parece que la iniciativa italiana que busca la promoción de comidas 100% ecológicas en los comedores escolares e institucionales sería de fácil aplicación en otros países. Esta decisión ha provocado la multiplicación de las superficies ecológicas cultivadas en Italia.

Otro ejemplo, esta vez a escala de los industriales: las marcas alemanas de alimentos para bebés se han pasado al "100% ecológico". Esto estimula, por supuesto, la organización de escalafones anteriores y posteriores del proceso. Además, corta en seco los argumentos según los cuales una marca se enfrenta a dificultades para promover líneas 100% ecológicas por la dificultad de obtener suministros continuos.

El plan alemán es notable. Obtiene fondos considerables, 70 millones de euros, para crear un programa de información sin precedentes que moviliza a todos los medios de comunicación y estimula la investigación. Las situaciones mejoran gracias a los resultados de estas distintas iniciativas: Dinamarca, Alemania y Holanda están en buen camino para realizar sus objetivos respectivos de 7%, 20% y 10% de la SAU en agricultura ecológica de aquí a 2010. Un buen marcador.

Por supuesto, no hay una receta mágica. Pero un programa nacional voluntarista, ambicioso, que no dude en contradecir los prejuicios acerca de la agricultura ecológica ha permitido en cada ocasión avances significativos.

Translated from L’agriculture biologique européenne a besoin d’engrais