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Jóvenes estadounidenses entre nosotros: ¿qué cambiarían de Europa?

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Jorge M.

SociedadPolítica

Con una tasa de desempleo juvenil del 16%, parece ser que los Estados Unidos se alejan de la maltrecha Unión Europea, que cuenta con hasta siete décimas más de jóvenes sin trabajo (22,8%). Pese a las dificultades que infestan Europa, el continente todavía mantiene su condición de polo atrayente para la juventud estadounidense: desde estudiantes de máster, pasando por impávidos que prueban a buscar empleo, hasta trotamundos con curiosidad por conocer el origen de Occidente. Aprovechando la ocasión de la elección presidencial en el país americano, cuyo resultado definirá su posición en el mundo, cinco voces del otro lado del Atlántico se alzan: aquí viven y esto es lo que cambiarían.

Natalie, 24 años, Nueva York - París

“Cambiaría las políticas de inmigración y de trabajo para extranjeros. Las haría más tolerantes hacia los estadounidenses porque, al fin y al cabo, los intercambios globales son importantes. De hecho, no solo para nosotros, sino para cualquier persona que desee trabajar en Europa. Si estás cualificado, es esto lo que debe importar, no tu nacionalidad: no tenemos la culpa de haber nacido donde hemos nacido”. En la imagen: una guía indispensable para manejarse por el metro de Nueva York ((cc) D.so/Flickr), Natalie justo enfrente de la isla de la Cité y un mapa del metropolitano de París ((cc) bepatou/Flickr).

Evan, 22 años, Richmond (Virginia) - Barcelona

“Si pudiese cambiar algo de Europa, sería el hecho de que la gente de aquí se piensa que estoy de acuerdo con todas las decisiones del Gobierno de los Estados Unidos. Además, ¿cómo voy a saberlo todo acerca de mi país si la mayoría de los estadounidenses ni tan siquiera sigue la política ni tampoco habla de ello? Por cierto, vivir en Europa debería ser más económico... Odio las tasas de cambio”. En la imagen: antigua placa de un vehículo del estado de Virginia ((cc) sixes & sevens/Flickr), Evan saliendo de una estación del metro de la capital catalana y la clásica B que llevaban las matrículas de los coches registrados en la provincia de Barcelona ((cc) woody1778a/Flickr).

Natasha, 22 años, Sarasota (Florida) - Maastricht

“Si tuviera que cambiar algo de Europa, serían las percepciones que aquí se tienen de nosotros. Todo el mundo que he conocido me comenta que no soy la típica estadounidense, incluso critican a los ciudadanos de mi país para luego simplemente apuntalar: 'Bueno, Natasha, tú no eres una yanki tradicional'. Con la elección presidencial a la vuelta de la esquina, uno de mis principales deseos es que los europeos comprendan que no existe la idea de un estadounidense típico. Lo genial de nuestro país está en la unidad, pese a la gran cantidad de diferencias que se hallan de este a oeste. No me gusta cuando en Europa me remarcan que no soy cómo se supone que debería ser. Puede que este deseo suene raro, pero, con todo el jaleo de la elección, es frustrante que te digan que no te correspondes con tu nacionalidad porque no encarnas a alguien típico de la American Pie —tarta americana en castellano, cuyos ingredientes son envueltos por la misma masa, representando así el crisol de razas que suponen los Estados Unidos de América (N. de R.)—”. En la imagen: un sello neerlandés de 1994 inspirado en una de las obras de Piet Mondrian Broadway Boogie-Woogie, 1943— ((cc) U.S. Embassy The Hague/Flickr), Natasha en su país de acogida y otro timbre que conmemora el Sunshine Skyway Bridge de Florida ((cc) Fifth World Art/Flickr).

Bryan, 27 años, Filadelfia - Roma

“Me gustaría cambiar la manera en la que los europeos se ven a sí mismos. Querría ver más unidad, así como también políticas que promuevan la igualdad entre todos los estados miembros”. En la imagen: un par de Philly cheesesteaks ((cc) Dave Hopton/Flickr), Bryan enfrente del Panteón de Roma y unos típicos saltimbocca alla romana ((cc) multipel_bleiben/Flickr).

Rachel, 22 años, Livingston (Nueva Jersey) - Barcelona

“Cambiaría el sistema educativo. Mi universidad estadounidense era extremadamente exigente —tenía un montón de trabajo todos los días—, pero aprendías mucho. En cambio, aquí puedes aprobar simplemente presentándote al examen final. Ni tan siquiera los profesores se saben tu nombre... Supongo que todo esto dependerá del centro y que, por tanto, no sea algo propiamente europeo”. En la imagen: el Steel Pier de Atlantic City (Nueva Jersey) ((cc) Holly Ford Brown/Flickr), Rachel en el pórtico de la Lavandera del parque Güell de Barcelona y la noria del Tibidabo ((cc) jsantander/Flickr).

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