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¿Inglés, británico o europeo? Confusión y recelos al otro lado del Canal

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Política

Según el sondeo del Eurobarómetro realizado en otoño de 2009, sólo el 30% de los ciudadanos británicos creen que pertenecer a la Unión Europea es algo bueno.

Pese a que el Eurobarómetro subió dos exiguos pero esperanzadores puntos en su último sondeo, la mayor parte de los ciudadanos británicos continúan preguntándose qué es esa misteriosa entidad supranacional y soberana que reside en alguna parte de las Islas.

Pero este euroescepticismo tan extendido no sorprende a nadie y ha llegado a ser una etiqueta de honor para los nacionalistas británicos. Puede que la causa de este rechazo a la Unión sea que estamos tan acostumbrados a la separación que no apreciamos lo que realmente significa Europa.

Escribo este artículo desde Bélgica, donde, entre las risas y sonrisas típicas de los belgas, se evitan discusiones problemáticas sobre sus dificultades políticas y, aparentemente, hay una firme tendencia a escudarse tras la Unión Europea, cuya bandera ondea orgullosamente en Bruselas. Me pregunto si es así como funciona la Unión, distinguiendo de forma casi federal la Unión Europea y los Estados miembros: o apoyas a tu país o apoyas a la Unión.

O apoyas a tu país o apoyas a la Unión

Sin embargo, está claro que esto es imposible. Por un lado, porque la anterior distinción es, de hecho, demasiado borrosa para establecer dónde termina la política nacional y dónde empieza la política europea. Y, por otro lado, porque los países que respaldan enérgicamente a la Unión Europea son aquellos que poseen una inquebrantable identidad nacional, destacando Francia y Alemania. Los británicos cínicos que se encuentran entre nosotros pueden quejarse de que los países que más apoyan la UE son, por una feliz coincidencia, aquellos que más se benefician. Por lo tanto, es natural que los ciudadanos de un país como Reino Unido (según las estimaciones posiblemente equivocadas del Partido de la Independencia del Reino Unido, las islas pagan 40 millones de libras -45 millones de euros- al día a la UE a cambio de escasos beneficios) no comparten el mismo entusiasmo que Francia y Alemania.

Dejando a un lado el pesado análisis coste-beneficio del Reino Unido en la UE, la pregunta actual puede ser mucho más simple y proviene de una fuente franca y honesta: mis abuelos. “¿Qué significa ser un ciudadano de Reino Unido?”, pregunta mi abuelo sorprendido antes de exclamar “¡Soy británico!”, como si él existiese antes que Britannia. En cambio, mi abuela responde que ella es, primero, inglesa, y se pregunta si el Reino Unido alguna vez formó parte de Europa. “El hecho de que somos un conjunto de islas”, dice ella, “significa que, no sólo geográficamente, sino que políticamente hablando estamos separados y, por ello, somos distintos.” En medio de mis abuelos estoy yo, preguntándome con total ingenuidad si Turquía o incluso Rusia son totalmente europeos mientras acepto abiertamente mi propia ciudadanía europea. Es entonces cuando me doy cuenta de que la aversión de los ciudadanos británicos a pertenecer a la UE no merece demasiado análisis. Simplemente, estamos confusos.

Foto: (cc) c-reel.com on Flickr/ página oficial: c-reel.com/

Translated from English, British or European? My grandparents on UK in the EU