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Hijos de inmigrantes: ¿europeos de pleno derecho?

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Sociedad

Nacer en un país europeo no siempre es suficiente para formar parte de la eurogeneración; hay problemas de integración de por medio. Hablamos con Mahdi y Ali.

Discriminación laboral, exclusión geográfica en barrios apartados del centro… Cabe preguntarse si Europa está al alcance de los jóvenes europeos de ‘segunda generación’, a menudo enfrentados con problemas de integración.

En otoño de 2005, en un barrio periférico francés (cicilief/flickr)

“Para los franceses autóctonos es fácil irse de Erasmus”

Mahdi tiene 20 años. Marroquí por parte de padre y argelino por parte de madre, nació en Francia y creció entre el país galo y Alemania, donde estudió en un instituto francés. En la actualidad, estudia en el Instituto de Ciencias Políticas de París. Él lo tiene claro, uno debe ser plenamente reconocido como francés antes de aspirar a la identidad europea: “Para los franceses autóctonos es fácil irse de Erasmus. Se sienten cómodos en sus zapatos y preparados para conocer gente y tener una identidad europea”, explica, “pero se excluye a toda una parte de la población de la eurogeneración. ¡Para sentirse europeo primero hay que poder sentirse francés! ¿Y cómo puede un joven sentirse francés si continuamente se le están recordando sus orígenes magrebíes?”

Ya han pasado tres años desde que las imágenes de las revueltas en los suburbios franceses dieran la vuelta al mundo en otoño de 2005. Entonces, los jóvenes de los barrios desfavorecidos montaron en cólera, se enfrentaron a la policía y prendieron fuego a los coches: “La prensa internacional enseñó al mundo el fracaso del modelo de integración ‘a la francesa’ y se preocupó por posibles repercusiones fuera de las fronteras del hexágono”, resumió en referencia a esto el semanal Courrier International, citando a cronistas europeos. Las plumas de periodistas y comentaristas siguieron esta misma línea: “El lema ‘Libertad, igualdad, fraternidad’ esconde (…) la realidad de la vida de los franceses de color: represión, discriminación, segregación. Estamos preocupados”, escribió Trevor Phillips, presidente de la Comisión para la Igualdad Racial del Reino Unido, en las páginas de The Observer.

“No soy alemán para nadie, aunque esté escrito en mi carné de identidad”

Resolver los problemas de integración es el propósito de Europa. Todas las sociedades y mosaicos culturales del viejo continente se enfrentan a la discriminación y la violencia. Ali creció en la región del Ruhr, un conglomerado de ciudades industriales situado en el noroeste de Alemania. Tiene 29 años y comparte con su mujer austriaca orígenes turcos, kurdos y alevíes. Siguió, como todo el mundo a principios de 2006, los acontecimientos ocurridos en el instituto profesional Rütli de Berlín. Los profesores hacían sonar la alarma ante una oleada de violencia en un colegio en el que más del 80% de los alumnos era de origen extranjero. El centro se convirtió en símbolo del fracaso de la mezcla social y de la integración de los jóvenes descendientes de la inmigración.

Para Ali, solo la tolerancia puede resolver estos problemas: “Por supuesto que existe el racismo, pero personalmente creo en el multiculturalismo. Las personas deberían ver las oportunidades que la diversidad cultural ofrece. La tolerancia es la clave de todo”. Para él, Europa reúne, en una sola y única identidad, la diversidad de sus orígenes: “Mis padres inmigraron a Alemania en los años 60. Mi madre aprendió alemán aquí. Me considero una persona cosmopolita ya que he crecido rodeado de numerosas culturas. Primero soy hijo del Ruhr y luego europeo. Pero si siento las cosas así es porque en Alemania no soy alemán para nadie, aunque esté escrito en mi carné de identidad”.

El cuscús, ¡un plato francés para los estonios!

En un dossier titulado La segunda generación presiona a Europa (La deuxième génération bouscule l’Europe), el periodista Yann Mens, de la revista Alternatives Internationales, interpela a los líderes del viejo continente: “Una vez convertido en multicultural, hay que inventar un nuevo contrato social. Con urgencia”. Estas pocas líneas escritas en marzo de 2006 siguen de plena actualidad. “La población debería pararse a reflexionar”, continúa Mahdi, “Francia debe aceptar su multiculturalismo. Los estonios, por ejemplo, en seguida verían que en los comedores de Francia el viernes toca pescado y cuscús. ¡Para ellos el cuscús sería un plato francés!”

“Una vez adoptado el multiculturalismo, la identidad europea (eurogeneracional) surgirá de manera natural”, opina Mahdi, quien espera hacer unas prácticas en Alemania el año que viene. “Cuando un joven francés no vea en la mirada de otro que solo es marroquí, puede que entonces deje de decir: ‘¿Europa? ¿Es otro sitio?’ o ‘¿Qué es?’” A esto Ali responde: “Es la diversidad de culturas, la libertad de opinión, la posibilidad de viajar, de formarse, también de criticar y de debatir sobre la historia y el pasado…”

La UE y la integración: documentales

Cinco películas sobre los retos y ventajas de una sociedad multicultural. Franco Frattini, antiguo vicepresidente de la Comisión Europea, opina sobre este tema. Como ejemplo, las escuelas alemanas y el deporte como medio para integrar a los inmigrantes.

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Translated from Fils d’immigrés : Européens comme les autres ?