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Grecia: islas a prueba de fuego y de cemento

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Política

Las islas griegas, destino turístico por excelencia, resisten ante la amenaza de edificación masiva y se alejan del camino tomado por otros vecinos europeos. Una excepción en un país donde, en ocasiones, el urbanismo invade terrenos protegidos a base de fuego

Las islas griegas, más de 5.000 islas e islotes en el Mediterráneo: un clima dulce, mar, bellos paisajes y una cultura ancestral las convierten en una destinación turística de primer orden. Pero, al visitar sus costas nos sorprende su estado de conservación. ¿Cómo es posible que estos archipiélagos tan deseados por los turistas no hayan seguido los pasos de sus congéneres turísticos de otros países, cuyas costas han sido invadidas por el cemento? La respuesta es la rectitud que muestra el Estado heleno en el campo del negocio inmobiliario.

Foto: Clara Fajardo

Si no fuese por “lo implacable” que se presenta Grecia ante la venta de terrenos, los ayuntamientos isleños se enriquecerían a base “favores” bajo cuerda, sostiene E. Milioti, notaria de la isla de Sifnos. En este enclave natural, olvidado por el mundo desde los tiempos de los comerciantes venecianos medievales hasta su ‘redescubrimiento’ por la jet set en los sesenta, se lucha implacablemente por la conservación de su estandarte de serenidad, frente a las grandes aglomeraciones veraniegas de otros lugares como la Costa del Sol en España o la Costa Azul de Francia. Estrategia esta que parece adecuada teniendo en cuenta las inversiones venidas de otras partes de Europa, asegura la notaria.

Reglas estrictas para conservar el encanto griego

Foto: Clara FajardoUn particular solo puede construir en una parcela si esta comprende un mínimo de 4.000 metros cuadrados de extensión en la periferia de los núcleos urbanos de las islas Cícladas. Terreno cuya licencia de obra permite la construcción de 200 metros cuadrados para uso privado, límite que puede superarse si se trata de una explotación hotelera, a razón de 3.000 euros el metro cuadrado.

La legislación al estilo isleño griego no acaba aquí: para conseguir el efecto de luminosidad, calma y sosiego que emana de estas ínsulas, las normas de edificación son contundentes y claras: las ventanas han de ser pequeñas, la vivienda puede poseer un máximo de dos plantas, y el blanco debe predominar en las fachadas de todas estas casitas.

Sin embargo, no todo funciona tan bien y hay quienes se las arreglan para burlar la ley. Milioti explica que, en muchos casos, se oculta la existencia del sótano, para así poder construir un tercer nivel. Aunque a veces se descubre la trampa: a principios de este mes, por ejemplo, Milioti tuvo que dar fe de un levantamiento de 40 metros ilegales en un inmueble de 300.000 euros.

Un cortafuego legal

Foto: Ava Babili / FlickrLas restricciones impuestas por las leyes en los archipiélagos griegos funcionan como un cortafuego, en el más amplio sentido de la palabra, algo que contrasta con la situación de la Grecia continental. “Los recientes incendios acaecidos en los alrededores de Atenas podrían haber sido, en su mayoría, provocados”, indica un abogado de la capital, que prefiere que no citemos su nombre. Esta situación es fomentada, en parte, por ciertas imprecisiones legales. El Registro de la Propiedad griega no tiene una cartografía lo suficientemente nítida que refleje sobre un mapa los lindes de las distintas fincas, por lo que, tras un fuego devastador, aparecen reclamaciones de tierra “un tanto sospechosas” de espacios anteriormente forestales altamente protegidos.

La construcción en Grecia solo se puede realizar sobre terreno calificado como cultivable, por lo que un “allanamiento” del camino podría facilitar la labor de promotores, advierte un miembro de una asociación de vecinos del barrio de Dionysos, en la periferia ateniense, evacuado durante los incendios y donde muchas casas han sido destruidas. La situación se agrava si se tiene en cuenta la vigencia del título de usucapión (adquisición de una propiedad por haber demostrado su uso durante un tiempo determinado) que aún permanece en el Derecho del país del Peloponeso.