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Gitanos: una mancha en la conciencia europea

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Default profile picture leo wood

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Default profile picture sergio rodríguez

Hoy, pese a los beneficios que ha supuesto la entrada en la Unión Europea, el pueblo gitano sigue siendo el más perseguido de Europa.

Por buenos motivos, las conmemoraciones que tendrán lugar el próximo mes de junio para rememorar el 60º aniversario de la liberación de Auschwitz se centrarán en el intolerable sufrimiento del pueblo judío bajo el régimen nazi. Pero también debemos recordar que otra minoría, el pueblo gitano, tiene una historia sangrienta de persecuciones a sus espaldas en Europa. Cientos de miles de gitanos fueron asesinados en los campos de la muerte nazis por el crimen de ser una ‘raza inferior’.

Discriminación

Los gitanos son una minoría transnacional en Europa, una comunidad ‘archipiélago’ con numerosas islas en el centro y el este de Europa. Las estimaciones varían, pero se cree que hay alrededor de 10 millones de gitanos en Europa –una cifra mayor que la población de muchos Estados miembro. Representan alrededor del 10% de los eslovacos, el 5% de los húngaros y el 2% de los checos. Además, se estima que forman el 8% de la población búlgara y el 6% de la rumana, dos países que entrarán a formar parte de la UE en 2007.

Con la llegada de las revoluciones de 1989 a los países comunistas en los que los gitanos disfrutaron de un período de relativa protección, se liberaron los prejuicios enterrados. En una encuesta de 2003, el 91% de los ciudadanos checos declararon que tenían puntos de vista negativos sobre los gitanos. Por otro lado, el 50% de los agentes de policía húngaros pensaban que la criminalidad era un elemento genético clave de la identidad de los gitanos.

La mayor parte de los gitanos viven en la miseria, sin acceso a educación ni a seguridad social y privados de hogares adecuados. Marginados en numerosos pueblos y ciudades, muchas veces se ven obligados a asentarse en pequeños guetos. Están en los últimos puestos de todos los indicadores socioeconómicos: son los más pobres, los peor educados, los que tienen menor esperanza de vida, los más dependientes de los subsidios y los que más sufren el paro (el 70% en muchas zonas) de todos los ciudadanos europeos.

La ampliación trae esperanza

Observadores internacionales han criticado en repetidas ocasiones las políticas liberticidas de ciertos gobiernos: el primer ministro eslovaco Vladimir Meciar utilizaba con frecuencia a los gitanos como cabeza de turco para justificar los males de la sociedad y les negaba todos sus derechos como ciudadanos. De forma similar, la Ley de Ciudadanía Checa (1993) establece ciertas trampas burocráticas para dificultar el acceso de los gitanos a dicha ciudadanía. Sin embargo, desde que la aplicación estricta de los derechos de las minorías se ha convertido en un requisito principal para ser miembro de la UE, las cosas han mejorado bastante. Para empezar, los países centroeuropeos han firmado los principales tratados internacionales sobre derechos de las minorías. Además, la UE ha destinado varios millones de euros (del Fondo Social Europeo) para el desarrollo de las zonas más deprimidas.

Por otro lado, hay que pagar un precio por disfrutar los beneficios de ser miembro de la UE. Los nuevos Estados miembro han sido obligados a recortar sus presupuestos para adecuarlos a los niveles de gasto exigidos por Bruselas. En junio del año pasado, el gobierno eslovaco redujo a la mitad los subsidios en un intento de alinear su economía con las exigencias europeas. Paradójicamente, al ser el desempleo muy alto entre los gitanos, han sido los más afectados por estos recortes.

Además, el progreso ha sido más simbólico que real. Mientras el gobierno checo ha iniciado campañas contra el racismo y ha eliminado los obstáculos legales que restringían el acceso de los gitanos a los colegios y a la ciudadanía, dicho colectivo no ha franqueado las puertas de la sociedad en busca de una plena integración. En la República Checa, cerca de tres cuartas partes de los niños gitanos se educan en escuelas especiales para disminuidos psíquicos y con dificultades de aprendizaje. Y lo que es más importante, los cambios legales no han suavizado los prejuicios sociales, sino que han provocado un reforzamiento.

Aunque los gitanos aún están subrepresentados en las instituciones políticas, la consecución de la ciudadanía europea ha dado a su grave situación una relevancia internacional. En junio, un grupo de expertos hizo un llamamiento a la UE para que unificase sus políticas al respecto considerando la puesta en marcha de un comisionado especial para el pueblo gitano. Como mínimo, la entrada en la UE ha traído consigo la crítica de las políticas discriminatorias contra los gitanos, nuevos derechos, fondos extraordinarios y una mayor preocupación sobre su lamentable situación. Quizás ahora el sentimiento popular respecto a los gitanos pueda cambiar de sentido.

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Translated from Roma: a stain on the EU’s conscience