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Fredrika Stahl, baby jazz

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La diva musical del momento es sueca. Fredrika Stahl, 21 años, con falsos aires de lolita y una voluntad de hierro, es autora, compositora e intérprete. Parisina de adopción, ha sabido rodearse de los más grandes para ilustrar su universo de jazz y pop.

Pigalle se incendia con el sol del atardecer. Las fachadas están encendidas por una luz tórrida y las aceras hierven con la muchedumbre en ebullición. 5 horas en el barrio rojo: tengo cita con una muñeca. La rubia Fredrika Stahl, -tez de porcelana combinada con rasgos delicados- me espera rodeada por su productor, su jefe de prensa y su madre. Desde la publicación de su primer álbum A Fraction of you el pasado mes de marzo, avanza hacia el éxito: elogiado por la crítica, su disco caracolea en lo más alto de las listas de jazz de Virgin en el nº 1 de las listas de ventas de FNAC, por delante de lo último de Norah Jones. La fragilidad aparente de Stahl es rápidamente contradicha por el timbre suave pero maduro de su voz. "La voz tiene que venir del vientre no de la garganta, es importante hacer bajar el sonido", me explica en un francés perfecto. Nada de cursos de canto, algunas bases de solfeo y de piano pero sobre todo un oído extremadamente afinado. Su método artístico es heterodoxo: "Escribo primero los textos en inglés y en función del mensaje de la canción, encuentro el tono y el ritmo".

Exilio apacible

Esta hermosa sueca aprendió inglés en colegios internacionales. Con 4 años, desembarcó en Francia con toda su familia, rumbo a Saint-Germain-en-Laye, un barrio con encanto en el extrarradio de la capital francesa. ocho años después tocó otra mudanza, esta vez con dirección a Suecia. Unos vaivenes que Stahl ve hoy como una ventaja "aunque durante mi infancia me sentiese desarraigada, extranjera en todas partes". De los franceses, dice que "disfrutan más de los placeres de la vida que los suecos, aunque a menudo esto sea un caos". De sus compatriotas, Stahl se queda con "su amabilidad y su accesibilidad bajo su apariencia de frialdad".

Su corazón se divide "entre la música en París y la familia en Suecia". Parisina de adopción, Stahl cultiva un cosmopolitismo entusiasta: "Nueva York o España, no hay un lugar al que no quiera ir. Hay tanto que descubrir en cada lugar", exclama. Tras pasar la selectividad, decidió tomarse un año sabático "para hacer lo que me gustaba: volver a hablar francés y lanzarme al medio artístico". Mientras que el baile había sido toda su vida, el canto iría ganando terreno poco a poco. "El baile es sobre todo interpretación, y ahora tenía ganas de ponerme a crear", se justifica. Puesto que a los 17 años no se es serio, decidió regresar a París.

Tenacidad y lucidez

La bohemia tiene primero un regusto amargo: Stahl trabajó por las noches en un bar para ganar un poco de dinero y componer algunas canciones. Para aguantar el tirón, no deja de repetirse su mantra fetiche: "En el peor de los casos, esto no va a funcionar. Pero ni hablar de perder una posibilidad de hacer lo que me gusta". Este período de vacas flacas resultó, sin embargo, propicio a la inspiración. "Había dejado a mi familia, no conocía a nadie, me sentía muy sola..., en realidad muy conmigo misma." Su sonrisa melancólica se estira hasta sus ojos claros, ahogados en un cóctel de frutos exóticos. Detrás de la sensibilidad de esta sirena del norte, animada por una madre pintora, despunta una determinación inflexible, a imagen de su nombre -Stahl significa acero en alemán-. A la de si lo ha pasado mal, Stahl contesta sin titubear: "Tuve la posibilidad de encontrar muy pronto a mi productor, pero hace ya cuatro años que trabajamos a tiempo completo en este álbum". Hablando claro, el éxito no le ha llegado de casualidad. "Por supuesto, yo no tenía ni idea de lo que lograría; lo que tenía claro era que no quería acabar mis días de camarera. "

Hadas buenas del jazz

El espaldarazo del destino le llegó en 2004: Tom Mc Clung, pianista de Archie Shepp, una leyenda americana de la escena actual del jazz, descubrió sus maquetas. Seducido por sus aires más bien folk-pop, le propuso hacer algunos arreglos sobre su música y en seguida se encontró rodeada de músicos de prestigio -entre ellos el saxofonista de Dee Dee Bridwater- para grabar su primer disco. Guarda un recuerdo conmovedor y... de algo de estrés: "Lo que se hace de un solo golpe en un estudio queda grabado para siempre, así que tuve que aprender a relajarme". Una vez el álbum producido de manera independiente, hay que venderlo a los grandes sellos para su distribución. Las puertas no se abren fácilmente. "Siempre había un 'sí pero...' por parte de las discográficas", rememora Stahl. "Además, resultó imposible ponerle una etiqueta a un álbum que mezcla diferentes estilos musicales." Por fin, firmó con Sony BMG, con la seguridad de llegar a un público internacional. De sus primeras experiencias en escena (como las del prestigioso cabaret New Morning en París) comenta que "cuando el público responde y aplaude, se comprende que no se hace todo esto para nada. Es muy importante tener algo a cambio de tu trabajo." Para esta exilada, nadie es profeta en su tierra. "Es más fácil probar fortuna lejos de casa", sentencia. "¿Para qué irse hacia lo desconocido cuando estás rodeada de personas que te aprecian?" Stahl reconoce haber tenido suerte al "encontrar a las personas adecuadas en seguida" y subraya: "La importancia de un entorno estable y de una relación sana consigo mismo; lo esencial es saber exactamente lo que se quiere antes de lanzarse a la aventura." Puede que sea una estrella fugaz, pero tiene los pies sobre la tierra.

A fraction of you, BMG Sony, lanzamiento previsto para junio en Alemania/Italia/Israel y Japón

Translated from Fredrika Stahl, baby jazz