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FEMEN PERMITE A LA PRENSA ACCEDER A SU "TEMPLO SAGRADO"

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Tomar las riendas del cuerpo femenino, acabar con la dominación masculina y combatir la prostitución son las consignas del grupo Femen, creado en Ucrania e integrado por feministas completamente chaladas. Con sede desde hace poco tiempo en París, sus activistas protestan con los pechos desnudos en cualquier lugar de Europa, bajo el lema "podemos incordiar donde queramos y. cuando queramos".

Este es un re­por­ta­je sobre las fe­mi­nis­tas que in­te­gran un nuevo grupo que nos ha abier­to las puer­tas de su cuar­tel ge­ne­ral du­ran­te una se­sión de en­tre­na­mien­to.

Las ca­lles están lle­nas de des­per­di­cios. Las al­can­ta­ri­llas se des­bor­dan pro­vo­can­do ria­chue­los que desem­bo­can en las za­pa­ti­llas de de­por­te de los ven­de­do­res am­bu­lan­tes. Sus caras son ne­gras y mo­re­nas, y su fran­cés está te­ñi­do de toda una gama de acen­tos. De re­pen­te es­ta­mos ante el La­voir Mo­derne, un an­ti­guo la­va­de­ro con­ver­ti­do hoy en es­pa­cio mul­ti­cul­tu­ral (tea­tro, con­cier­tos, ex­po­si­cio­nes) y en el cuar­tel ge­ne­ral de Femen, en el ba­rrio del Château rouge (dis­tri­to XVIII), en pleno cen­tro del París po­pu­lar.

La puer­ta del La­voir Mo­der­ne nos re­ci­be con el le­tre­ro «tea­tro ocu­pa­do». Los in­dig­nados nunca andan muy lejos. Una vez den­tro, nos en­con­tra­mos cara a cara con al­gu­nos pe­rio­dis­tas fran­ce­ses y bel­gas que, como no­so­tros, tie­nen que es­pe­rar a que Inna Schev­chen­ko, fun­da­do­ra y ca­be­za de Fe­men, nos deje subir a la sala de en­tre­na­mien­to, desde donde se oye gri­tar pope no more, in gay we trust ( fra­ses en con­tra del Papa y a favor de los gays res­pec­ti­va­men­te)... 

"Fuck me in Pors­che Ca­yen­ne"

Están todas aquí, son­rien­do; las co­no­ci­das y las anó­ni­mas, las ucra­nian­as y las fran­ce­sas. "Soy tu­ne­ci­na y mu­sul­ma­na", nos dice Me­riam. Mu­chas de ellas par­ti­ci­pan hoy en su pri­mer en­tre­na­mien­to, por ejem­plo Me­riam. El ob­je­ti­vo de la cá­ma­ra les in­quie­ta tanto como los mi­cró­fo­nos, pero se acos­tum­bra­rán rá­pi­do. En las pa­re­des están las pan­car­tas que acom­pa­ñan casi todas sus ac­cio­nes de pro­tes­ta. Una de ellas nos llama la aten­ción, de­ba­jo apa­re­ce es­cri­to: Woman is not an ob­ject. Fuck me in Pors­che Ca­yen­ne.

Inna Schev­chen­ko es quien di­ri­ge las tro­pas. "¡Re­pe­tir con­mi­go! Poor be­cau­se of you! Poor be­cau­se of you!". Las ve­te­ra­nas gri­tan hasta des­ga­ñi­tar­se. Las nue­vas son más tí­mi­das. "¡No son­riáis nunca! ¡Abrir las pier­nas para pa­re­cer agre­si­vas! ¡Te­neis que asus­tar­los!". Julia, una femen fran­ce­sa par­ti­ci­pan­te en la ma­yo­ría de las ac­cio­nes, ful­mi­na con la mi­ra­da a los que no están de acuer­do con sus con­sig­nas y grita los es­ló­ga­nes a pocos cen­tí­me­tros de sus caras. Es Full Metal Ja­cket.

"Si tú hubieras estado frente a tres hombres de 85 kilos, eso no hubiera durado ni tres segundos"

Es pre­ci­sa­men­te para en­fren­tar­se a la vio­len­cia por lo que las fe­mens hacen ejer­ci­cios hasta que­dar ba­ña­das en sudor. "¡A tie­rra! ¡Hacer diez fle­xio­nes sin es­lo­gan y diez con es­lo­gan!". Las chi­cas obe­de­cen. "Not a sex toy ! Not a sex toy!". Al­gu­nas no con­si­guen man­te­ner la es­pal­da recta. A Me­riam, la tu­necina, pa­re­ce que le cues­ta tra­ba­jo res­pi­rar. "Bien, chi­cas, vamos a en­se­ña­ros cómo reac­cio­nar ante la po­li­cía -grita Inna-.Te­neis que re­tra­sar la de­ten­ción lo más po­si­ble, pero sin lle­gar a ser vio­len­tas. ¡No es­ta­mos aquí para eso! Cuan­do os aga­rren, ti­ra­ros al suelo y con­ti­nuar gri­tan­do vues­tro es­lo­gan. Po­deis jugar con ellos. En el Va­ti­cano, una de no­so­tras le quitó el que­pis [gorra] a un po­li­cía y lo lanzó lejos. Aquel idio­ta lo dejó todo para re­cu­pe­rar­lo. ¡Ese es el tipo de cosas que te­neis que hacer!". Inna elige a una de las fe­mi­nis­tas y ella se ade­lan­ta re­pi­tien­do in­can­sa­ble­men­te "basta Ber­lus­co­ni". De re­pen­te, tres "sexactivistas" se lan­zan sobre ella. La lucha es vio­len­ta. Las que si­mu­lan ser po­li­cías hacen todo lo po­si­ble para que la femen se calle: la arras­tran por los pies, le hacen una llave de judo con el brazo y la amor­da­zan. La femen con­ti­núa exi­gien­do el jui­cio del play-boy de la po­lítica ita­lia­na, su­mi­do en sus bunga bunga. A pesar de su de­ter­mi­na­ción, la ac­ti­vis­ta la lió, se des­pe­lle­jó el codo y per­dió una len­ti­lla.

"Es­tu­vo bien -dice Inna- pero si tú hu­bie­ras es­ta­do fren­te a tres hom­bres de 85 Kilos, eso no hu­bie­ra du­ra­do ni tres se­gun­dos". Cru­za­mos la mi­ra­da. Me da miedo tener que jugar con un an­ti­dis­tur­bios.

Sudor, san­gre y mu­je­res

Las ra­zo­nes que em­pu­ja­ron a estas chi­cas a unir­se a Femen son tan di­fe­ren­tes como sus tra­yec­to­rias. Inna y Ok­sa­na se re­be­la­ron con­tra los roles re­ser­vados a las mu­je­res en Ucra­nia: pros­ti­tu­ción, es­po­sas obe­dien­tes, etc. Una fran­ce­sa se­ña­la que se unió al mo­vi­mien­to des­pués de ser des­pe­di­da: había de­nun­cia­do a su jefe por acoso se­xual.

"nadie sabe que formo parte de femen. sería una catástrofe para mi familia y para mí"

Me­riam, por su parte, se re­be­la con­tra la si­tua­ción en Tú­nez. "Los hom­bres nunca te dejan en paz. Pides ayuda a un po­li­cía y él trata de con­se­guir tu nú­me­ro de te­lé­fono. Los gi­ne­có­lo­gos tam­bién son así. Si quie­res vivir sola, todo el mundo te con­si­de­ra­rá una puta. De­sde la re­vo­lu­ción, la cosa ha em­peo­ra­do". Hace cinco años, Me­riam huyó de Túnez por mo­ti­vos de vio­len­cia de gé­ne­ro a manos de su novio y se ins­ta­ló en Fran­cia, donde trata de reha­cer su vida. "A me­nu­do pien­so en todo lo que dejé atrás, pero no se puede con­ci­liar todo. Lo que he lle­ga­do a ser hoy no es com­pa­ti­ble con lo que tengo que ser allí abajo. Ex­cep­to mi padre, nadie sabe que formo parte de Femen. Sería una ca­tás­tro­fe para mi fa­mi­lia y para mí".

Ya lo veis, si­tua­ciones in­jus­tas y vio­len­tas sue­len ser la causa de su in­te­gra­ción en Femen. ​Sin em­bar­go, uno puede pre­gun­tar­se si, ade­más, par­ti­ci­pan en la crea­ción del nuevo ex­tre­mis­mo fe­mi­nis­ta y ateo ya que, aun­que no se con­si­de­ran vio­len­tas, no dudan en uti­li­zar todo un vo­ca­bu­la­rio bé­li­co. "Prac­ti­ca­mos el te­rro­ris­mo pa­cí­fi­co", suel­ta Julia. Mien­tras otra lía un ci­ga­rrillo, ter­mi­na di­cien­do con una son­ri­sa iró­ni­ca: "Sa­be­mos que pue­den ma­tar­nos. ¿Y qué? El miedo no es un com­po­nen­te. No te­ne­mos miedo".

Po­deis leer el ar­tícu­lo ori­gi­nal en el blog del au­tor.

Fo­tos: Por­ta­da (cc) Ammar Abd Rabbo/fli­ckr  Texto: © Adrien Koutny

Translated from Femen : reportage au saint des seins