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¿Falta de mano de obra cualificada? Austria mira hacia Hungría

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Política

Una compañía afincada en Viena buscaba trabajadores cualificados. Como no encontró ninguno en Austria, se trasladó a una pequeña ciudad en Hungría cuyos residentes esperan que traiga consigo una nueva fuente de prosperidad

El edificio está situado en una zona forestal. Tiene una longitud de docenas de metros y una planta superior. Las ventanas solo tienen lo estrictamente esencial, el acabado es de escayola blanca. Una fábrica que no llama la atención, pero para dos empresarios vieneses, Heinz Rabenseifner y Aurel Szirmay, se ha convertido en el centro de sus vidas. Acuden a los talleres por la mañana bien temprano y, por la noche, apagan las luces al irse. Han escogido este edificio como emplazamiento para su compañía Navan Global, aquí en las afueras de la ciudad húngara de Csorna.

“Hemos logrado más en dos meses en Hungría que en diez meses en Austria”

En el futuro, se fabricarán aquí un millón de ’indicadores pasivos’ al mes, unas cuentas de plástico reflectantes de un centímetro de diámetro. Los cirujanos las usan para poder operar con más precisión. Navan Global quiere copar una parte del comercio mundial de las cuentas, pero no resulta fácil. Para construir la maquinaria adecuada para una producción en serie la compañía necesita cinco obreros especializados: soldadores, trabajadores del metal, mecánicos. Los dos fundadores pasaron un año buscando mano de obra cualificada, sin ningún resultado. Entonces dirigieron su atención al este. En octubre visitaron la ciudad de Csorna, y ahora la compañía ya está en marcha. “Hemos logrado más en dos meses en Hungría que en diez en Austria”, afirma Rabenseifner. Lamenta que fuese imposible encontrar el personal adecuado sin salir al extranjero. La compañía, que empezó con pocos medios y un rápido desarrollo, fue víctima de la falta de mano de obra cualificada que ha lastrado a la industria desde el año pasado. Por aquel entonces, Austria tenía un déficit de entre 5.000 y 10.000 trabajadores cualificados según la asociación de fabricantes. Navan Global se ha desplazado ahora a Csorna, en el noroeste de Hungría, una pequeña ciudad de 10.000 habitantes. Así que, ¿qué tiene Csorna que no tenga Viena?

©audi.com

Mala suerte en el este

Si el socio menor Aurel Szirmay pisa el acelerador puede llegar del distrito 23 de Viena a su nuevo lugar de trabajo en Csorna en una hora larga. Por el trayecto se esparcen pasos fronterizos abandonados, clínicas dentales privadas y segundas residencias de gusto discutible. Si prestamos más atención, también alcanzamos a ver muchas compañías extranjeras: una empresa de plásticos austriaca, una compañía automovilística alemana. Audi tiene una planta importante en la ciudad de Györ. De hecho, la carretera a Budapest también conduce a toda una nueva realidad de la Europa del este: aquí pueden florecer compañías austriacas e internacionales, un crecimiento industrial que ofrece puestos de trabajo a los residentes de la zona.

La carretera a Budapest también conduce a toda una nueva realidad de la Europa del este

Cadenas de supermercados internacionales, tráfico comercial y almacenes abandonados: Bienvenidos a las afueras de Csorna. Está apenas a treinta kilómetros de Györ. Aquí no hay inversores internacionales. Aurel Szirmay enciende el indicador. Si no prestas atención, es fácil pasar por alto la entrada de la fábrica. Los dos coches aparcados son el único indicio de que aquí trabaja gente. La entrada de la fábrica está detrás de una verja metálica. Saltan chispas. Alguien está soldando algo. Heinz Rabenseifner habla con un trabajador en húngaro. “Aprendí el idioma trabajando en obras en Budapest”, dice a sus 59 años. Tiene el encanto característico de los vieneses, pero también puede impacientarse. “Venga conmigo”, dice mientras me conduce a la fábrica. Todavía no hay mucho que ver: una oficina, un taller, dos perforadoras, y salas vacías. La breve visita también nos ayuda a llegar a comprender la historia húngara. “Solía ser un taller de costura”, dice Rabenseifner.

En su día, ochenta mujeres se sentaban aquí cosiendo ropa interior. Durante el periodo comunista, los talleres de costura se montaban a menudo conjuntamente con cooperativas de producción agrícola. Después de la caída del Telón de Acero, muchas se privatizaron. La compañía textil de Csorna hace mucho que se ha trasladado a países más baratos. Un calendario del año 1999 cuelga como recordatorio de cómo era una típica jornada laboral. En la primera planta todavía hay mesas en las que trabajaban las costureras.

“Nos estamos deshaciendo de ellas”, dice Rabenseifner. Tiene planes para la gran sala de la primera planta: La idea es tener a treinta trabajadoras ocupadas en la fabricación de las cuentas de plástico. Dos húngaras ya trabajan sentadas en la perforadora de la planta baja. “Es muy difícil encontrar trabajo en Csorna”, dice la mayor de las dos. Antes trabajaba en las aguas termales, pero hubo una reducción de personal. Luego pasó a trabajar en el vivero cercano. Donde hubo más de lo mismo: despidos.

©wikimediaCsorna tiene una población de 10.000 habitantes. Si se conduce de Eisenstadt a Budapest, se pasa por el centro. Hay mucho que ver: la renovada residencia del preboste, una piscina al aire libre destartalada con aguas termales. En la oficina de turismo local hay un catálogo de Neckermann acumulando polvo. “No hay mucho que hacer en Csorna en invierno”, dice la señora de detrás del mostrador. “Puede ir a Györ donde dispone de piscina, cine, centros comerciales”. Entre 20.000 y 21.000 turismos pasan con gran estruendo por la carretera principal a diario: mucho tráfico pesado va de Eslovaquia a Croacia. 

El tráfico continuo de vehículos de paso, el mero aburrimiento y sobre todo la falta de trabajo es lo que fastidia a la gente de aquí. “Muchas compañías extranjeras se instalaron en Hungría con el fin del periodo comunista. Pero las grandes compañías pasaron Csorna por alto”, dice Alpár Gyopáros. El joven de 29 años dista mucho del estereotipo de un político de ciudad pequeña: viste bien y su apariencia más bien correspondería a la de una compañía cotizada en la bolsa que a un puesto de cerveza. Gyopáros milita en Fidesz, un partido de derechas que obtuvo la mayoría absoluta en las elecciones locales. El joven político planea un festival de rock para los jóvenes, una asociación turística para los aledaños y un gran polígono industrial. Pero lo que más le gustaría atraer a la zona son más empresas. “El teniente de alcalde nos ayudó a obtener mano de obra y la licencia de explotación”, dice Aurel Szirmay. Navan Global podría haberse instalado en toda una serie de ciudades húngaras. Pero fue en Csorna donde encontraron un local a bajo costo y un teniente de alcalde motivado. Incluso les asigno a los austriacos su propio funcionario para ayudarles a ocuparse de todo el papeleo.

Un soldador con experiencia gana al menos 2.000 euros en Austria; el equivalente húngaro trabaja por la cuarta parte

Después de todo, Gyopáros es bien consciente de que al menos en lo que concierne a su ciudad, lo que está en juego es su propia supervivencia. Puede que el desempleo sea escaso, pero casi todo el mundo se desplaza grandes distancias a diario para acudir al trabajo y muchos se están marchando. “Hace diez años, autobuses enteros de gente venían a trabajar aquí. Ahora se van autobuses enteros”, dice el teniente de alcalde. Heinz Rabenseifner y Aurel Szirmay están sacando el máximo partido a esta falta de trabajo. Pero el reasentamiento también ha tenido beneficios financieros: Csorna es baratísima. En un establecimiento local el almuerzo de negocios cuesta dos euros. El coste del alquiler es una ínfima parte de lo suponía en Viena.

Un soldador con experiencia gana al menos 2.000 euros en Austria; el equivalente húngaro trabaja por la cuarta parte. Pero ese no fue el factor decisivo, insiste uno de los inversores. “Si solo nos preocupásemos de los costes laborales, estaríamos en Eslovaquia”. Según Szirmay, simplemente se trataba de encontrar trabajadores cualificados. En Viena, los soldadores acreditados que se presentaron a las entrevistas eran incapaces de operar la maquinaría, y luego había trabajadores capacitados que no trabajarían por menos de 4.000 euros. “Tuvimos solicitudes de mozos de almacén, conductores y panaderos. Probablemente podría haber montado diez compañías de transporte. Pero un trabajador del metal capaz de soldar no aparecía por ninguna parte”.

El otro lado de la historia

Los hombres de negocio de Viena pintan todo de color de rosa al hablar de su nuevo emplazamiento. Pero la situación también es dura para los empresarios en Hungría, según el economista Itsvan Hamercz, que antes formaba parte del consejo de gestión del banco nacional y lleva en la actualidad uno de los mayores fondos de fideicomiso de Hungría. “Nuestro mercado laboral lleva años menguando”, dice Hamecz. Señala que los sueldos han subido un 10% en el sector de producción en años recientes, pero que las compañías solo han crecido un 4%. Austria no ha conocido un aumento de los salarios a esta escala.

Navan Global tan solo ha encontrado dos trabajadores capacitados hasta la fecha, ambos todavía en periodo de pruebas. Uno de ellos es el futuro supervisor del taller. El hombre, bajo y de unos cincuenta años, está de pie en el banco de trabajo dando forma a un trozo de latón. “Me gusta este tipo de trabajo de precisión en el que tienes que pensar”, dice Ferenc, no quiere decir su nombre verdadero para el periódico porque todavía está bajo contrato con otra empresa, donde gana 400 euros al mes. En la región de Sopron-Csorna-Györ los ingresos mensuales medios son de 170.000 florines, alrededor de 670 euros. Hungría es barata para los turistas austriacos, pero no para los residentes locales. “Me cuesta trabajo salir adelante. La factura de la electricidad y la vivienda cuesta mucho dinero”, dice Ferenc.

Algunos residentes de Csorna se desplazan a diario a Austria por este mismo motivo. Pero de ningún modo Ferenc volvería a Viena. Después de la caída del Telón de Acero trabajó en Austria 15 años. Las empresas no querían hacerle contrato y se le explotaba como trabajador ilegal. Ferenc está ya harto de todo eso: “Preferiría no hacer nada en casa y dormir en mi propia cama”, dice. Incluso aunque hubiese estado ganando tres veces más en Austria.

Si hablas con los trabajadores, te das cuenta de la otra cara de la moneda de la llamada “falta de mano de obra cualificada”. Es cierto que la mejora económica en Austria conllevó un déficit en ciertos sectores como la industria del metal. Pero ese no era el único motivo. Las empresas de la zona habían estado reduciendo la oferta de plazas de aprendiz durante años, y siguieron haciéndolo cuando las cosas empeoraron. “Realizamos un estudio del desarrollo del empleo en la Alta Austria en 2004. Incluso entonces advertía ya de un déficit de trabajadores del metal cualificados”, dice Helmut Mahringer, del instituto de investigación empresarial. Cuando la falta se plasmó en una realidad, la industria solicitó que se permitiese trabajar en Austria a los trabajadores cualificados de los nuevos Estados miembro de la UE. En cincuenta categorías profesionales tienen ahora libre acceso. Pero el problema es que los que querían ir se fueron hace mucho tiempo a países como Suecia o el Reino Unido. Y los que se quedaron ganan más en casa. ¿Quién quiere ir a Austria, un país extranjero donde los emigrantes han tenido tantos problemas?

¿Quién quiere ir a Austria, un país extranjero donde los emigrantes han tenido tantos problemas?

Los tiempos en los que los mejores europeos del este llegaban al país en tromba hace mucho que ya pasaron. Cuantos más inversores extranjeros se instalan en los países del viejo bloque oriental, más aumenta la retribución de sus trabajadores. Navan Global es una compañía pequeña que quiere sacar algún beneficio de la ampliación de la UE hacia el este. La pequeña ciudad de Csorna ha perdido muchos empleos en los últimos años. ¿Pueden acaso treinta más invertir la tendencia?

“Esa no es la cuestión”, dice el teniente de alcalde Gyopáros. “Incluso si la empresa no tiene éxito, todavía puede tener un impacto positivo. Porque se correrá la voz de que Csorna apoya a las empresas. Puede que eso suene ingenuo, pero el entusiasmo de dos empresarios de Viena ya ha traído consigo que una empresa del acero de la Alta Austria se haya puesto en contacto con una firma metalúrgica local: las dos están negociando una empresa conjunta en Csorna”.

El reasentamiento de esta empresa austriaca es tan solo un ejemplo de cómo los desarrollos macroeconómicos pueden afectar a individuos concretos: el empresario que se ve obligado a desplazarse, el trabajador cualificado que quiere pagar la factura de la luz y el político local que espera que su ciudad tenga una segunda oportunidad.

Al día siguiente entra en funcionamiento una nueva máquina, una perforadora. La señora húngara de más edad la prueba en seguida. En el futuro se le unirán treinta colegas para usarla en la fabricación de cuentas de un centímetro de diámetro. Se exportarán a los EE UU., Asia y Europa. ¿Tiene Csorna futuro? “Esa es una pregunta difícil de contestar”, contesta la señora. “Quizás”.

Traducción completa del artículo original de la autoría del ganador del premio Periodista Joven Europeo de Austria 2008. Publicado por vez primera en Falter 03/08, 16 de enero de 2008

Translated from Von Österreich nach Ungarn - Csorna gibt nicht auf