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Estrasburgo y los derechos humanos: no es sólo cosa de cine

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Los de­re­chos hu­ma­nos han co­no­ci­do todo tipo de apoyo para su de­fen­sa: tex­tos, car­tas, actos, con­ven­cio­nes y de­cla­ra­cio­nes.

Es­tras­bur­go, a tra­vés de un fes­ti­val in­ter­na­cio­nal, ha ele­gi­do el do­cu­men­tal. El ob­je­ti­vo era dar que ha­blar sobre estos de­re­chos, al parecer ad­qui­ri­dos en esta ge­ne­ra­ción, pero, aún hoy, en pe­li­gro en paí­ses de todo el mundo.  

El final del año 2013 en Es­tras­bur­go ha es­ta­do mar­ca­do por la exal­ta­ción de los de­re­chos hu­ma­nos. Y es que, del 23 de no­viem­bre al 6 de di­ciem­bre, la aso­cia­ción Allian­ce Ciné nos pre­sen­tó la quin­ta edi­ción del Fes­ti­val in­ter­na­cio­nal de cine y de­re­chos hu­ma­nos. Pri­me­ro el cine L'Odys­sée y des­pués en los di­fe­ren­tes cen­tros so­cio-cul­tu­ra­les de la re­gión, se su­ce­die­ron 25 pro­yec­cio­nes de 16 do­cu­men­ta­les lo­ca­les e in­ter­na­cio­na­les, vo­lun­ta­rios y par­ti­cu­la­res, a las que si­guie­ron de­ba­tes pre­si­di­dos por los di­rec­to­res o con­ter­tu­lios re­la­cio­na­dos con el tema. El fes­ti­val pre­ten­de ser «una pla­ta­for­ma de pro­mo­ción para pe­lí­cu­las iné­di­tas o poco di­fun­di­das que ten­gan como ob­je­ti­vo in­for­mar, aler­tar y, en la me­di­da de lo po­si­ble, pro­mo­ver la ac­tua­ción en ma­te­ria de de­re­chos hu­ma­nos.» ex­pli­ca Saida Kasmi, en­car­ga­da de co­mu­ni­ca­cio­nes del fes­ti­val. Todos los do­cu­men­ta­les se pro­yec­tan en ver­sión ori­gi­nal con sub­tí­tu­los en fran­cés. 

Par­ti­ci­pa­ción de los jó­ve­nes

Por pri­me­ra vez, se cons­ti­tu­yó un ju­ra­do com­pues­to por siete jó­ve­nes de la ciu­dad de Es­tras­bur­go, cuyo ob­je­ti­vo era de­sig­nar el do­cu­men­tal que, según ellos, más re­fle­ja­ba la cues­tión de los de­re­chos hu­ma­nos hoy en día y que res­pon­día mejor a las pre­gun­tas que la nueva ge­ne­ra­ción se plan­tea sobre este tema. Este do­cu­men­tal fue ele­gi­do de entre una pre-se­lec­ción de tres do­cu­men­ta­les: The Boys of Ba­ra­ka: do­cu­men­tal de las di­rec­to­ras es­ta­dou­ni­den­ses Heidi Ewing y Ra­chel Grady, cuyo tema es el de­re­cho a la edu­ca­ción y en el que se sigue a cua­tro jó­ve­nes de Bal­ti­mo­re que tie­nen la opor­tu­ni­dad de pasar dos años en un co­le­gio en Kenya lejos de la vio­len­cia. No bur­qas behind bars, de la di­rec­to­ra sueca Mar­yam Ebrahi­mi, pre­sen­te en el de­ba­te, nos des­ve­la la si­tua­ción de las mu­je­res en Af­ga­nis­tán y, más con­cre­ta­men­te, la de las mu­je­res en­car­ce­la­das. Por úl­ti­mo, el do­cu­men­tal Ceuta douce pri­son de Jo­nat­han Mi­llet, di­rec­tor fran­cés, nos per­mi­te se­guir el día a día en Ceuta, pe­que­ño te­rri­to­rio es­pa­ñol en el norte de Áfri­ca, de los chi­cos que emi­gran hacia Eu­ro­pa. Al tér­mino de las pro­yec­cio­nes en el cine L'Odys­sée, se en­tre­gó un pre­mio sim­bó­li­co a la di­rec­to­ra sueca Mar­yam Ebrahi­mi por su do­cu­men­tal No bur­qas behind bars.

Los jó­ve­nes ci­né­fi­los de Es­tras­bur­go re­com­pen­sa­ron las duras con­di­cio­nes en las que se llevó a cabo el ro­da­je del do­cu­men­tal, así como el punto de vista de la ci­neas­ta. Efec­ti­va­men­te, en él se re­sal­ta la pa­ra­do­ja de la si­tua­ción de las mu­je­res en Af­ga­nis­tán. Las mu­je­res tie­nen más li­ber­tad entre rejas que en sus ho­ga­res, allí for­man una co­mu­ni­dad, sin ma­ri­do, en la que se sien­ten se­gu­ras y pue­den pro­tes­tar. La pri­sión re­pre­sen­ta la reali­dad de la so­cie­dad af­ga­na: la jus­ti­cia está co­rrom­pi­da, lo que ex­pli­ca las penas di­fe­ren­tes y ar­bi­tra­rias que se apli­can a las mu­je­res, tres años por ase­si­na­to a una, diez años por haber huido de su casa a otra. Éstas se de­fi­nen por la can­ti­dad de di­ne­ro que la fa­mi­lia o la fa­mi­lia po­lí­ti­ca está dis­pues­ta a pagar para alar­gar la pena, de­bi­do a la ofen­sa con­tra su honor, pues la huida se con­si­de­ra un cri­men moral. Con esta elec­ción, el mismo ju­ra­do quie­re poner de ma­ni­fies­to la fuer­za de las mu­je­res que, no obs­tan­te, no pier­den la son­ri­sa y la ener­gía para re­sis­tir a la pre­sión so­cial y po­lí­ti­ca, para dar tes­ti­mo­nio de su ad­mi­ra­ción por el tra­ba­jo de la rea­li­za­do­ra, que lucha con­tra las de­sigual­da­des, y por los de­re­chos de la mujer en el mundo. De­re­chos que, re­cor­de­mos, son ne­ce­sa­rios y uni­ver­sa­les.

Nadia Bend­jeb­bar

N. de la R.: A me­nu­do, la ciu­dad de Es­tras­bur­go es tam­bién lla­ma­da "Ca­pi­tal de los de­re­chos hu­ma­nos" de­bi­do a la pre­sen­cia del Tri­bu­nal Eu­ro­peo de De­re­chos Hu­ma­nos, ins­tan­cia ju­ris­dic­cio­nal que vela por el res­pe­to del Con­ve­nio Eu­ro­peo de De­re­chos Hu­ma­nos, ra­ti­fi­ca­do en 1950 por los Es­ta­dos miem­bros del Con­se­jo Eu­ro­peo cuya sede se en­cuen­tra, igual­men­te, en Es­tras­bur­go. 

Translated from Strasbourg et les droits de l'homme, une histoire de films, mais pas que