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Entre tres fuegos: Europa del este entre la OTAN, Moscú y la Politica Europea de Seguridad y Defensa

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Default profile picture carmen ternero

El triunfo del capitalismo del “mundo libre” sobre el comunismo soviético en los últimos años del siglo XX marcó el inicio de una nueva era en la construcción de la identidad europea. ¿Volverá a extenderse el Antiguo Continente desde el Atlántico hasta los Urales?

Instituciones tales como el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo, junto a la ayuda económica y técnica de EE.UU., ayudaron a realinear las economías de la antigua Unión Soviética con las del mundo neoliberal.

Sin embargo, aunque la caída del Comunismo fue aplaudida en el antiguo bloque del este, el posterior acercamiento entre Europa del este y Europa occidental no se ha producido mediante un acuerdo incondicional. Si bien es cierto que la idea de entrar a formar parte de la Unión Europea ha recibido una amplia y entusiasta bienvenida por parte de los países de Europa central y oriental que esperan poder acceder a ella en un futuro próximo, también existe el temor que un acercamiento político a una Europa cada día más firme podría no sólo alienar EE.UU. sino a su vez dar lugar a crecientes tensiones respecto a Moscú, que continúa viendo la integración europea con ambivalencia. El debate se presenta especialmente candente en lo que respecta a la seguridad y defensa. Un asunto que ha causado gran controversia en Europa desde que se descartó la idea de la Comunidad Europea de Defensa en 1954 es la idea de un mecanismo de defensa europea, que ha hecho surgir el miedo a una pérdida de soberanía nacional y de capacidad de los países miembros de defender sus propios intereses en el caso que estos resultasen opuestos a las prioridades europeas.

A pesar de esto, la ratificación de una Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) como parte del Tratado de la Unión Europea (1992) fue cálidamente acogida. La posterior elaboración de una Política de Defensa Común como parte integrante de la PESC ha sido definida como una característica del reciente proceso de integración.

Pero, ¿de qué forma afectará esta nueva política a los países candidatos de Europa central y oriental? ¿Supondrá una comunidad europea de defensa más fuerte la temida ruptura con la OTAN? Y, ¿cómo afectará a las relaciones regionales con Rusia, antigua líder de la política del bloque del este?

Ca... Ca... Ca... Cambios

La ampliación prevista para 2004 significará la entrada de la República Checa, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, la República Eslovaca y Eslovenia a la Unión, al tiempo que Bulgaria y Rumania esperan entrar en 2007. La noción de “acquis communautaire”, que impide a los nuevos miembros poner en tela de juicio las políticas ya existentes de la UE significa que todos estos países tendrán que adaptarse a las limitaciones que impone la PESD sin objeciones. Esta situación no es ni mucho menos sencilla para aquellos países en que la lealtad a la OTAN es tan fuerte al tiempo que las instituciones de la UE les inspiran cierta desconfianza. Aunque la Política de Defensa Común pretende ser un complemento a la OTAN (y de ningún modo una forma de sustituirla), es inevitable que el continuo desarrollo del proceso de integración de la capacidad militar europea dé lugar a un cambio en la dinámica de las relaciones euro-atlánticas.

Durante mucho tiempo los planificadores militares estadounidenses consideraban innecesarios los esfuerzos europeos que apuntaban a una política de seguridad común. A principios de los 90 era un hecho asumido el que la “Identidad Europea de Seguridad y Defensa” debía desarrollarse dentro del marco de la OTAN. Los países de Europa central y oriental, incapaces de compartir los beneficios de la unión de Europa, no eran contrarios a la idea de mantener y estrechar el dominio de la OTAN en lo que respecta a la seguridad. La ampliación de la Alianza Atlántica a los países del antiguo bloque soviético disfrutaba de una gran aceptación y hubo durante estos años la creencia de que la colaboración con la OTAN (y de modo implícito con los EE.UU.) sería potencialmente más beneficiosa que la cooperación con la UE.

¿Hacia Rusia con amor?

Si dirigimos nuestra atención hacia el este, nos encontramos con la Federación Rusa. Naturalmente, sus políticas respecto de los estados de Europa central y oriental han evolucionado de algún modo desde los días de la URSS. Se ha dado a la PESD una aprobación cautelosa, principalmente por el potencial que últimamente parece tener para debilitar a la OTAN, pero al mismo tiempo, porque la PESD invita a Rusia a participar en el esfuerzo que se viene realizando respecto de la seguridad común. La “estrategia común” de la Unión Europea en relación con Rusia establece las bases para el futuro establecimiento de una zona de mercado libre entre ambas.

Sin embargo, sea cual fuere la línea oficial seguida, Moscú sigue siendo recelosa en cuanto a la comunidad europea de seguridad y se le ha acusado de dirigir campañas de “desinformación” en los países de Europa del este con el fin de minar las políticas de Europa occidental. Además, el euroescepticismo y el sentimiento pro-moscovita sigue siendo fuertemente acentuado en los países de Europa oriental, lo que supone una contenida, pero al mismo tiempo potencial amenaza para cualquier tipo de integración con los países occidentales.

Una consecuencia muy significativa de la ampliación que tendrá lugar en 2004 es que conllevará que el “polvorín” de los países occidentales de los Balcanes entre a formar parte del ámbito europeo, si no como miembros oficiales, sí como cercanos vecinos de las nuevas fronteras de la Unión. La PESD tiene la certeza de que va a suponer, si bien tan sólo a nivel psicológico, un efecto indirecto sobre dichas regiones. Las iniciativas actualmente existentes, tales como la Misión de Observación de la Unión Europea, que establecen un seguimiento del desarrollo político y de seguridad en los Balcanes, sólo pueden conseguir legitimidad desde la perspectiva de un mayor grado de cooperación con la UE. Como el Ministro de Asuntos Exteriores esloveno Dimtri Rupel ha señalado, los nuevos estados miembros eslovenos (Eslovenia, Eslovaquia, la República Checa y Polonia) proporcionarán un puente de unión con las regiones del sudeste europeo (potencialmente más inestables)

Los puntos débiles de la PESD son numerosos y diversos. El más problemático es la falta cada vez más acentuada de fondos, debido a la existencia países que no están dispuestos a aumentar el gasto militar. Esto supone un gran reto a la presencia de la Unión en la esfera internacional, como quedó patente durante el conflicto de Bosnia Herzegovina y la crisis de Kosovo. Al mismo tiempo, la Política de Defensa y Seguridad Común supone una amenaza para la responsabilidad americana en Europa, así como una disminución de la influencia americana respecto del petróleo en Rusia.

No obstante, estos temas pueden solucionarse y la PESD jugará un papel de vital importancia en el futuro desarrollo de la Unión, no ya sólo como actor internacional sino también en la mente de los ciudadanos europeos, tanto actuales como futuros. Como señala la máxima autoridad diplomática polaca, Wadysaw Bartoszewski: la PESD ayudará a hacer la UE más creíble para sus ciudadanos.

Translated from Piggy In The Middle: Eastern Europe Between Nato, Moscow And The ESDP