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En búsqueda de una civilización desconocida, los tracios

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Marcos Sánchez

El prestigioso Museo del Louvre acoge hasta el 20 de julio de 2015 una exposición inédita, titulada La época de los reyes tracios. Hallazgos arqueológicos en Bulgaria. 

Esta exposición reúne algunas piezas halladas no hace mucho y brinda la oportunidad de admirar con detalle cómo era la vida en la época de los tracios, la historia y las tradiciones de este pueblo, así como su lugar en el mundo antiguo. Los tracios son un grupo de tribus desconocidas que habitaba el sudeste de Europa alrededor del siglo VII a. C. Asimismo, entre el legado inmaterial que dejaron dichas tribus, se encuentran personajes tan ilustres como el gladiador Espartaco o, incluso, el poeta Orfeo. 

La ausencia de documentos escritos hace que los objetos que se han descubierto, junto con algunas referencias pertenecientes a fragmentos de la historiografía griega, sean esenciales para esclarecer cómo eran los tracios. Los cerca de 1.700 objetos de la exposición reflejan un esplendor, un verdadero talento artesanal y, también, la relación que tenían con sus poderosos vecinos griegos. La exposición se centra en la dinastía tracia más distinguida: la de los odrisios. De todos los objetos preciosos expuestos, hay una obra que llama especialmente la atención. Se trata de la cabeza de una estatua esculpida a la perfección del rey Seutes III, que fue descubierta en el túmulo más importante del montículo de Golyama Kosmatka (Bulgaria). Este reino, que duró más de 300 años y que desempeñó un papel importante en la Antigüedad, era un verdadero enemigo.

Gracias a los últimos hallazgos arqueológicos de las excavaciones en Bulgaria y a los descubrimientos fortuitos, ahora es posible desentrañar el misterio que rodea a esta antigua civilización. El tesoro de Panagyúrishte, descubierto en una mina por casualidad en 1949, merece nuestro reconocimiento. Este hallazgo comprende siente ritones (vasos con forma de cuerno para beber vino), un fiale (cuenco redondo, ancho y poco profundo) y un ánfora de oro de 23 quilates, que pesa más de 6 kg y que data de finales del siglo IV a. C. No es de extrañar descubrir tantos objetos relacionados con el tema del vino, ya que la afición de los tracios al vino es más que conocida. El arte en la elaboración de sus ritones y otras copas rituales muestran un alto grado de sofisticación y la importancia que tenían los placeres de palacio y el culto a Dionisio para los tracios; lo que demuestra el hecho de que enterrasen a los muertos con sus objetos personales, entre los que, los más numerosos y preciados eran estas famosas copas de vino. 

En la exposición, también se pueden ver muchos más objetos de gran valor, como pendientes de oro, vasijas de plata, accesorios de guerra o incluso una magnifica corona. Se trata de una exposición única que despierta la imaginación y fascina a los más exploradores. 

Translated from Sur les « Thraces » d’une civilisation méconnue