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Emigrantes búlgaros: con la UE y la crisis más vale volver a casa

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SociedadPolítica

Entre el 12 y el 15% de los búlgaros es emigrante. La entrada del país balcánico en la UE está favoreciendo el retorno de los que un día decidieron irse. También la crisis se vive mejor desde casa. Retrato de una población en pleno movimiento

Emigrantes políticos, trabajadores, intelectuales, estudiantes, o incluso emigrantes históricos salieron de Bulgaria en busca de nuevas oportunidades para repartirse por todo el mundo. Es erróneo pensar que todo el que sale de Bulgaria lo hace por motivos económicos. De Bulgaria se sale buscando nuevas oportunidades, pero no solo la clase obrera, los intelectuales fueron de los primeros en cruzar la frontera.

Cafebabel.com viajó a Sofía para encontrarse con algunos de esos emigrantes que, por unas razones o por otras, se vieron obligados a abandonar su país y a comenzar una vida nueva en alguna otra parte del mundo. Algunos viajaron a los Estados Unidos, otros a Alemania, a Francia, a España... La población búlgara se extendía por gran parte de Europa y Estados Unidos. Ahora están empezando a volver.

Búlgaros que nunca estuvieron en Bulgaria

Vuelven de todas partes, incluso los que nunca llegaron a salir. Hace más de 200 años, cientos de miles de búlgaros emigraron a Moldavia y a Ucrania, y decidieron quedarse allí durante generaciones, eso sí, mantuvieron sus raíces bien presentes. Es ahora, con Bulgaria dentro de la Unión Europea y un previsto progreso, cuando barajan la posibilidad de volver a la tierra de la que salieron sus antepasados. 

www.cermes.infoLa entrada de Bulgaria en la UE ha influido en esta decisión. Las cosas están empezando a cambiar, el progreso está por llegar y la crisis económica mundial se soporta mejor desde casa. Bulgaria, por supuesto, no se ha librado de la crisis económica. Sin embargo, aún no es “apocalíptica”, asegura Anna Kastreva, directora del Centro de Refugiados Europeos, Migración y Estudios Étnicos de Bulgaria.

Boian Koulov, Dimiter Muftieff y Kamen Sokoulov son algunos de estos ejemplos de ida y vuelta. Sin embargo, la crisis no fue la causa última del regreso a su tierra.

Boian Koulov, catedrático de Geografía, recibió una oferta en la Universidad de Virginia (EE UU) para 6 meses y se quedó 18 años. Una vez allí se dio cuenta de la minoría búlgara existente en el país y de lo difícil que era mantener la cultura y las raíces de las que procedía. El día en el que su hijo de 6 años se dirigió a él hablando en inglés, supo que tenía que hacer algo por evitar el olvido. Así nació la Asociación de Escuelas Búlgaras en los Estados Unidos, pensadas para búlgaros, pero abiertas a todos los interesados en conocer la cultura, el idioma, la Historia y la geografía de Bulgaria. Una escuela de domingos que se celebraba puntualmente cada sábado. Para el profesor Koulov no fue fácil volver a Bulgaria. Lo hizo por razones personales y su readaptación desde entonces es continua, no parece tener fin. “Cuando regresas, nada vuelve a ser igual. No es lo mismo vivir en Bulgaria que visitarla”, asegura.

Impala 74 / Flickr

Viviendo en Bulgaria a pesar de los políticos

Y en esto coinciden todos, en el caos, en la corrupción, en la suciedad de las calles, pero viven a pesar de todo eso. “Vivimos a pesar de los políticos, a pesar de la ciudad. De una forma o de otra, encontramos la forma de vivir”. Es Dimiter quien habla, un joven búlgaro que fue arrastrado por sus padres hasta Dresden (Alemania) a los 17 años. Se fue a regañadientes y se quedó una década. Fue al instituto y entró en la universidad. Cuando llegó el momento de buscar trabajo, decidió volver a Sofía, hace ya cerca de dos años. 

Dimiter echa de menos la eficiencia germana, y la profesionalidad, pero en Sofía ha encontrado algo que nunca habría hallado en Alemania: “Un territorio virgen”. Bulgaria es un territorio para explorar, donde, simplemente, te empujan a aprender. Ha sabido conectar bien los dos países, pues trabaja en Bulgaria como freelance para medios alemanes. Decidió convertirse en autónomo después de un tiempo en la Radio Nacional Búlgara, pues se cansó de la propaganda y de su modo de trabajar. 

Una de las consecuencias del regreso es precisamente convertirse en “extranjero” y activar el sentido de la sensibilidad para apreciar las triquiñuelas políticas y el mal funcionamiento del país. Lo dice con una sonrisa pícara, dejando escapar una pequeña carcajada que denota la normalidad con la que se viven allí los escándalos políticos, sobre todo desde la llegada del último gobierno, cinco años atrás.

Dana Cojbuc

Las dificultades son retos

No obstante, después de dos años, Dimiter se ha acostumbrado a esas dificultades y ha aprendido a vivir con ellas. De otra forma, dice, es imposible aguantar. “Si decides estar aquí, tienen que gustarte las dificultades, porque no son dificultades, son retos”. Y son esos retos los que provocan que la gente se canse y adopte una actitud de negatividad y pesimismo absoluto. “No encontrarás a nadie orgulloso de ser búlgaro”.

“Aquí los ladrones no van a la cárcel, se convierten en ministros”

Y cierto es que no fue fácil dar con él, pero apareció. Kamen Sokoulov, búlgaro de nacimiento y estadounidense de adopción, se enorgullece de sus raíces, pero no cierra los ojos ante lo evidente. “A mí tampoco me gusta el gobierno, pero eso no quiere decir que no me guste el país”. Quedó bien claro, sin embargo, su disconformidad con las autoridades. “Aquí los ladrones no van a la cárcel, se convierten en ministros”. Su experiencia le dice que no es bueno votar sin conocimiento; muy a su pesar, su voto fue uno de los que llevó al poder al gobierno actual. Por esto se niega rotundamente a votar en las elecciones europeas. 

Sin embargo, muchos búlgaros, incluso el propio Sokoulov, confían en que el Parlamento Europeo ponga freno a los desmanes actuales. De un modo o de otro, aseguran, con más esperanza que certeza, “Bulgaria tiene que progresar”.