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El teatro europeo de los sueños

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Sevilla

Ya ha pasado el bochorno, aunque la crispación seguirá. El teatro esperpéntico en el que lleva actuando la política española desde hace varias temporadas batiendo récords de taquilla seguirá así hasta que muera de éxito. , estudiante de Ciencias Políticas. Adrián de la Rosa *Ya ha pasado el bochorno, aunque la crispación seguirá.

El teatro esperpéntico en el que lleva actuando la política española desde hace varias temporadas batiendo récords de taquilla seguirá así hasta que muera de éxito.

El PSOE ha sufrido una derrota superficial, han echado el resto con Felipe como delantero centro y la derrota no ha sido tan grave como algunos vaticinaban. Los vástagos socialistas han renunciado a su juego (no han jugado en Europa). El PP ha jugado como buenos deportistas yugoslavos y han sacado sus tácticas más sucias e incongruentes (“Estamos contigo Paco”). Al final sólo les ha servido para ratificar a su capitán. UPyD deberá esperar una temporada más para poder perfilarse como un tercer equipo alternativo que esté en condiciones de ganar algo e IU sigue como el Betis, sin pena ni gloria desde hace una infinidad de años.

Hemos escuchado los tiros entre un bando y otro, las canciones de guerra hablaban de crisis, paro, aborto, espías, de Garzón, quizás lo que sonaba más europeo era Gürtel. Pero no hemos escuchado nada sobre la “Directiva de la vergüenza”, la posible entrada de Turquía en la UE o por un hipotético ejército paneuropeo.

En Europa sorprende el hecho de que en la mayoría de países han ganado los partidos en el gobierno, por lo que no han acusado la crisis. ¿Será que la gestión de la crisis ha sido aceptable en esos países o será que se ha gestionado mal en España? También sorprende gratamente la subida de una izquierda más moderna encarnada en los partidos verdes y no sorprende la subida de partidos xenófobos y antieuropeos, debido a las ilusiones que se hacen los primeros con respecto a la mencionada “Directiva de la vergüenza” o los segundos debido a la imagen de agotamiento del proyecto europeo. Así como tampoco sorprende la bajísima participación que desvirtúa mucha de las conclusiones que podamos sacar.

El juego electoral y político que han configurado desde Estrasburgo y Bruselas es extremadamente aburrido y desconocido. Sabemos que elegimos un Parlamento (que palabra más bonita y que institución más degradada), pero no sabemos para qué sirve ese Parlamento ni en qué medida nos afecta, sabemos que tenemos unos derechos como europeos pero lo que sabemos es que el Euro ha encarecido la cesta de la compra.

Con este panorama volvemos a la vida de siempre, cada vez estoy más convencido de que esta situación casposa en el espectáculo político se debe a un acuerdo tácito de tenernos animados. Como decían en el franquismo: al pueblo, fútbol y toros. Permítanme un poco de esperanza y aguardemos con anhelo la llegada de los eurogeneracionistas (yo prefiero Generación Ryanair) al teatro europeo de los sueños.