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El Patio Maravillas resiste, entrevista a una portavoz

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Sociedad

El Patio Maravillas es un centro social ocupado desde hace 8 años, en pleno centro de Madrid. A finales de febrero un juzgado dictó una orden de desalojo que vence el 20 de marzo. Quienes lo gestionan y aquellos que participan en sus actividades se niegan a abandonar este lugar. Lucía Lois, una de sus portavoces, explica a Cafébabel lo que representa el Patio y sus expectativas de futuro.

La amenaza de desalojo se remonta a enero de 2014, cuando la empresa propietaria del inmueble, Nivel 21, presentó una demanda contra los ocupantes. Desde el principio, los vecinos del barrio de Malasaña, en donde se encuentra el centro, y quienes lo gestionan, se han movilizado en contra de este propósito. Alegan que el Ayuntamiento de Madrid se niega a proporcionarles un espacio de titularidad pública cuando la ciudad está “llena” de sitios libres para su uso. Aseguran también que la vida del Patio seguirá, en este o en otro lugar, porque la sociedad lo reclama

¿Cómo vivís en primera persona la posibilidad de que os desalojen?

Con relativa calma porque tenemos muy claro que el Patio Maravillas no se va a terminar aunque ahora pretendan echarnos del edificio actual. Si el Ayuntamiento no nos de las facilidades que debería para que tengamos un espacio, vamos a continuar y si es necesario ocuparemos otro sitio.

¿Cuál ha sido la reacción de la gente? 

El 5 de enero vinieron miles de personas a una manifestación en contra del desalojo y la presencia de tantísima gente nos reconfortó mucho. Es una clara señal de que muchas personas utilizan el Patio y de que van a poner su cuerpo a la hora de defenderlo.

¿Qué actividades se pueden realizar en este espacio?

En el Patio puede pasar todo lo que la gente quiera. Es un lugar de participación en donde los ciudadanos se autorganizan y crean un programa de actividades. Tenemos clases de baile, de relatos, idiomas, foros, talleres...También vienen muchos colectivos sociales y políticos como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), Juventud sin futuro o No somos delito, entre otros.  Además, se realizan actos puntuales como recitales de poesía, la presentación de un libro o un concierto. El edificio actual se nos queda pequeño, y eso que tiene 5 plantas, porque la oferta es amplísima y depende de todos y de todas.

¿Por qué creéis que es necesario un centro social que se salga de los cauces institucionales?

Hace falta porque las instituciones están mediadas por los políticos y por la corrupción. Necesitamos un lugar en el que la ciudadanía pueda proponer las actividades desde abajo y de manera democrática. Por ejemplo, aquí en el Patio las decisiones las tomamos entre todos en asamblea. Por eso, este tipo de centros generan democracia y comunidades, algo que no ocurre en los espacios culturales que están mediados por técnicos que piensan, deciden y organizan aquello que creen que a la gente le interesa.

Además de que os ceda un espacio público, ¿qué más le pedís al Ayuntamiento?

No queremos que se nos reconozca oficialmente ni que se nos legalice. Tampoco buscamos dinero por parte de la Administración, solo que los espacios que son de todos y que pagamos con nuestros impuestos estén al servicio de la gente.

¿A nivel económico cómo os manejáis ?

Nos autogestionamos: todo el mundo participa y aporta lo que puede. Por ejemplo, tenemos una cafetería en la que cada uno pone lo que quiere y gastamos muy poquito porque todo es gratuito.

Como decías, en Madrid hay espacios vacíos como el Teatro de Madrid, la Casa de la Carnicería o el Mercado de frutas y verduras de Legazpi, entre otros, ¿pensáis ocupar alguno de estos lugares?

El ejemplo de que hay sitios públicos vacíos lo vimos el día 5 de febrero cuando, en señal de protesta, ocupamos un edificio que ha sido cedido a Correos y del que nos desalojaron en 2 horas. Nuestra apuesta es muy clara: queremos sentarnos con el Ayuntamiento para que nos ceda un lugar. Si nos fuerzan a que desalojemos ocuparemos otro sitio de titularidad pública y será su culpa. Eso sí, lo haremos con toda la ciudadanía de Madrid que nos apoya y que es mucha.

Si nos remontamos ocho años atrás, cuando ocupasteis por primera vez el Patio, ¿volveríais a hacerlo o, desde la distancia que da el tiempo, habríais tratado de hablar con el Ayuntamiento?                                                                                                                         Tenemos un gobierno, el Partido Popular, que es de extrema derecha y que representa al ala más recalcitrante de este sector. Ocupamos un espacio cuando gobernaba con mayoría absoluta, como ahora, y cualquier intento de conversación con movimientos sociales equivalía casi a acabar en la cárcel.                                                                                                                                                                       Nuestra idea siempre fue utilizar la ocupación como una herramienta para liberar espacios y señalar procesos de especulación que en 2007 eran muy fuertes. Desde el primer momento quisimos sentarnos a hablar con el Ayuntamiento pero esta institución nunca ha accedido porque no tiene ninguna voluntad política de cambiar algo en la ciudad. Esto no es exclusivo de Madrid; una de las cosas que se han dicho desde el 15 M ha sido “democracia real ya” lo que significa que nuestros gobernantes no escuchan, hacen lo que les da la gana y lo que les dicen los bancos y la troika.

Al echar un vistazo a Europa, ¿en qué lugar os veis desarrollando vuestra actividad con más facilidad?

La historia y el contexto de los centros sociales en cada país es muy distinta: en Italia son instituciones ciudadanas que llevan años funcionando muy bien; en Roma hay varios espacios pactados con el Ayuntamiento y sin riesgo de desalojo; en Alemania hubo muchos en los años 80 y en Francia algunos están muy estigmatizados.

Creo que en España debemos construir nuestra propia identidad y legitimarnos porque tenemos un apoyo popular muy fuerte y hay ejemplos muy buenos de centros sociales. Es el caso de la Eskalera Karakola, del Centro Social Seco o de La Casa Invisible, entre otros. En Euskadi, por ejemplo, están los gaztetxe como el de Astra Gernika.

¿Qué creéis que va a pasar con el Patio Maravillas en el futuro y en los próximos meses ?

Lo que sé es que vamos a seguir. Es un proyecto maduro y establecido con casi ocho años de trayectoria. Es dinámico, vivo y la gente cada vez tiene más ganas de hacer cosas nuevas. El Patio va a continuar y ojalá lo haga en un espacio grande, seguro y habilitado en el que desde los más pequeños hasta los más mayores, e incluso aquellos con diversidad funcional, puedan hacer actividades. Un lugar del que no nos puedan desalojar y que sea público.