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El colonialismo de Estado ha muerto ¡Que viva el colonialismo de las multinacionales!

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Default profile picture Marion Cassabalian

Tras los acontecimientos de Irak, podemos ver perfilarse en filigrana el rostro ambiguo de una nueva forma de colonialismo, el de las multinacionales occidentales.

Desde principios del siglo pasado, los británicos intentar imponerse en Irak para abrir un camino terrestre que permita acceder a las Indias. Cuando el petróleo empieza a reemplazar al carbón en tanto que primera fuente de energía, la región de Oriente Medio se convierte rapidamente en el punto de mira de las grandes potencias industriales, y en primer lugar Inglaterra. Más tarde, la caída del Imperio Otomano permite al Reino Unido ocupar la myor parte del territorio de Oriente Medio. Tras la primera guerra mundial, británicos y franceses (al igual que los otros países europeos en las regiones que colonizaron), con el objetivo de simplificar un sistema de reparto administrativo complejo a causa de las diversidades étnicas, trazan las que les parecen las fronteras más razonable sen este territorio muy rico en petróleo. Como en los casos de Africa o los Balcanes, Oriente Medio sufre una serie de formaciones artificiales de territorios heterogéneos alrededor de estados apenas creados. A ello sigue un periodo de inestabilidad en el que las “marionetas” depuestas en el poder por los británicos son cambiadas por otras “marionetas”, en el que las revoluciones siguen a los golpes de Estado, y todo ello en una atmósfera de corrupción generalizada. “La cuestión del derecho internacional no se ha planteado nunca, puesto que este derecho se ha adaptado siempre a la defensa de los intereses petrolíferos” (1). Es evidente.

¿Porqué, entonces, podemos hoy hablar de un uevo tipo de colonialismo en Irak? ¿Quiénes son estos horribles personajes que se atreven, en este mundo en el todo el mundo dice defender con entusiasmo la democracia, a adoptar la actitud inquietante del colonizador? Si Irak se ha desembarazado de de los colonizadores británicos tras la segunda guerra mundial, no ha sido más que para ser de nuevo invadido, pero esta vez de manera mucho más sutil, por las compañías petroleras occidentales.

Entre MacDonald y MacDonnell Douglas

Puesto que, tras la degunda guerra mundial, la defensa de los intereses de las grandes compañías petroleras en Oriente Medio no competía ya a los Británicos y los que se llevaron el botín fueron los Estados Unidos, se propone un pacto que ligaba a los principales países de Oriente Medio entre ellos y a la nueva gran potencia, con el objetivo de “proteger al mundo libre” de la amenaza soviética. Sin embargo, el verdadero fin es el de asegurar la protección de las compañías y garantizar la explotación del petróleo por Estado Unidos e Inglaterra.

En 1965, aunque doliera a las compñías petroleras, la decisión del gobierno iraquí de nacionalizar el 90% de los yacimientos de petróleo provoca nuevas agitaciones en Oriente Medio. Los occidentales quieren a toda costa conservar el control del petróleo iraquí y por ello no pueden permitir que Irak disponga de ningún margen de autonomía.

Está lo que algunos llaman las “guerras al servicio del Nuevo Orden Internacional”, como las de Yugoslavía desde 1991, en los países del Cáucaso, o también en Irak, donde, tras los bombardeos, el embargo ha provocado ya la muerte de un millón de víctimas. Cuando se toma la decisión de intervenir, no se trata solamente de proteger los derechos humanos o de una noble causa humanitaria. Un objetivo mucho más importante es el de permitir a las multinacionales que obtengan riquezas estratégicas y mercados. El desequilibrio político y el caos social hacen que sea más fácil obtenerlos, incluso a veces recurriendo a un cierto grado de violencia. “MacDonalds no puede prosperar sin MacDonnnell Douglas”, constructor de cazas F15 y F18 americanos.

Las multinacionales, nueva Torre de Babel ?

Así las cosas, a los grupos petroleros les gustará ver cómo Irak cae entre sus manos. Desgraciadamente, vivimos hoy en día algunas absurdidades, como la de que algunas empresas tienen un volumen de ventas que representa 14 veces el PIB de algunos países: Exxon (¡Antes del desastre!) había alcanzado un volumen de 116.000 millones de dólares, mientras que el PIB de Gabón es de 7.000 millones. No hace falta decir que los paísespobres no están en condiciones de luchar contra tales empresas, sin olvidar que la situación interna de estos países está con frecuencia marcada por una gran inestabilidad política. En estas condiciones, los Estados se encuentran en una posición de clara fragilidad.

Pero las multinacionales tiene un interés bien particular en Oriente Medio, puesto que se trata muy precisamente de su porvenir. En esta región políticamente inestable, donde los intereses sobre el petróleo son enormes, los países de la OPEP son los que tienen la posibilidad de hacer fluctuar la bolsa. Esta situación es claramente demasiado peligrosa para las multinacionales occidentales, que quieren mantener un control absoluto sobre el “grifo” del petróleo, que se encuentra... en Irak. En efecto, no es el petróleo en sí la cuestión centrale n Oriente Medio, sino más bien el control sobre Irak en tanto que pozo de petróleo, lo que podría tener consecuencias dramáticas en las multinacionales, si el precio del barril aumentara. La rivalidad entre grandes potencias (EEUU y Europa en concreto) se ha convertido en un aspecto dominante de estas guerras . De hecho, podría incluso pensarse que la campaña de calumnias contra el insoportable régimen dictatorial iraquí sea una forma indirecta de intentar resolvar el conflicto entre occidentales.

Del mismo modo, los diferentes bombardeos ya denunciados, intentan obligar a los programas del FMI y de la OMC a concentrarse en los “países víctimas”. En efecto, mientras Irak fue antaño una tierra de immigración, conoce hoy una hemorragia humana fatal, puesto que asistimos a una emigración hacia el extranjero de los intelectuales, de las mentes más brillantes, dejando en el país a los más débiles. El embargo impuesto a Irak corroe al país día tras día. Los programa internacionales tenían, en prinicpio y en esencia, como misión, dar alas al desarrollo, pero todo lleva a pensar que han dejado que un bloqueo sin precedentes impida que un país se desarrolle y arruine su desarrollo. “El embargo es aún una guerra colonial de carácter económico, sea cual sea el pretexto, incluso si está cubierta por el derecho internacional”[1].

Alternativas pacifistas

Para frenar estas guerras al servicio del Nuevo Orden Mundial de las multinacionales, para responder a las amenazas ejercidas sobre los países comprometidos con un desarrollo independiente, Michel Collon llama a la construcción urgente de un movimiento internacional por la paz. Por otra parte, la ONG “Los amigos de la Tierra” propone una Convención para la responsabilidad de las empresas. Los objetivos de esta Convención son simples. Se trata, entre otras cosas, de evitar que, con el objetivo de atraer a empresas, los estados no entren en una carrera por la destrucción de las normas sociales y medioambientales; de impedir que las empresas puedan hacer ahorros a costa de los derechos sociales o del respeto de medio ambiente ; por último, de favorecer el control de las poblaciones locales sobre sus propios recursos naturales.

La ironía del mundo en el que vivimos es que hay cumbres internacionales, a las que participan los dirigentes del planeta, que prevén destinar fondos importantes para el desarrollo, y al mismo tiempo, cuando un país tiene posibilidades reales de desarrollo, se le frustra. Vivimos en un sistema mundial que dice garantizar las reglas del juego, pero estas reglas están, en definitiva, impuestas por los más fuertes, que se convierten, a fin de cuentas, en los únicos árbitros legítimos. Por lo tanto, el fondo de la cuestión es doble. Por un lado, el problema es que se elgien, ciertamente, jefes de Estado, pero no se puede ni plantear la idea de un control demacrático de los jefes de las multinacionales que, sin embargo, tienen mucha más influencia sobre la escena internacional. Por otra lado, el problema es también que las grandes potencias aceptan un día vender sus mejores armas a jefes de Estado de honestidad dudosa, que, al día después, resultan ser dictadores sanguinarios, responsable de los mayores horrores.

La irónico es, también, que la opinión, pública europea se pronuncia en una proporción del 80% contra la guerra en Irak. Pero si EEUU salen triunfadores de la guerra y los soldados americanos “liberan al pueblo iraquí” de este terrible dictador, distribuyendo tabletas de chocolate y chicles en las calles, nos daremos cuenta de repente de los odioso que era apoyar a un hombre como Saddam Hussein. Y esta misma opinión pública aclamará en una proporción del 80%, esta victoria.

[1] “Irak, vícima del petróleo”, Subhi Toma, sociólogo de origen iraquí, exiliado en Francia desde 1971, libro en el que analiza los efectos perversos del embargo.

Translated from Le colonialisme d’Etat est mort ! Vive celui des multinationales !