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El caso del prepucio ausente

Published on

Berlín

A principios de año el ministro de Salud noruego desató la polémica en todo el país al proponer que la circuncisión infantil fuese gratuita en el servicio de salud público. No es la primera vez que se propone algo tan controvertido: hace dos años Alemania se vio envuelta en un debate parecido que provocó manifestaciones por toda Europa. ¿Pero por qué es la circuncisión tan polémica?

Muchas veces los más intensos debates se públicos se generan por las cosas más insignificates. Pero aun así, es sorprendente que un pequeño trozo de piel, de apenas unos pocos centímetros, pueda provocar una polémica tan grande. Para Ferhad, no hay mucho sobre lo que debatir. "La verdad es que no te acuerdas de ello. Un día te despiertas y ya no está". Nació en Suecia pero sus padres son kurdos-iraníes, así que le circuncidaron con cuatro años, como es tradición en la religión musulmana. Cuando era niño no le preocupaba no tener prepucio. Como bien dice, "si estás circuncidado no piensas en ello todo el tiempo porque no conoces nada más". Sin embargo, le suelen recordar que la circuncisión no es la norma en Europa. Empieza con una comparación casual en las duchas, después de clase de gimnasia en la escuela, pero en los casos más extremos no tener prepucio puede llevarte a juicio.

En abril de este año el gobierno conservador noruego, presidido por Erna Solberg, presentó un libro blanco donde proponía que la circuncisión masculina estuviese disponible en el sistema de salud público. El equipo de Bent Hoie, ministro de Salud noruego, argumentó que hacerlo en un hospital público conseguiría que el procedimiento fuese más seguro, pero la proposición provocó un gran rechazo por parte del público. Ya a principios de 2012 la doctora Anne Lindboe la defensora de los derechos del niño en Noruega, pidió que se prohibiese la circunsición, clasificándola de práctica innecesaria que no respeta los derechos de los niños a su integridad física. Según Lindboe, ningún padre puede tomar la decisión unilateral e irrevocable de cambiar el aspecto corporal de su hijo. Lo que parecía un pequeño corte para un hombre de repente partió en dos la que se suponía que era un modelo de sociedad secular. En junio el Parlamento noruego aceptó una propuesta de ley para proteger el derecho de los padres religiosos a circuncidar a sus hijos por un cirujano o un "circuncizador" de su comunidad religiosa.

¿Práctica religiosa o daño corporal?

El padre de Jonathan no era un judío muy practicante, pero aun así circuncidó a su hijo ocho días después de nacer. "Mi padre pensó que a mi hermano y a mí nos parecería raro vernos diferentes a él, así que decidió circuncidarnos". Pero Jonathan, que nació en Inglaterra, pronto se dio cuenta de que era distinto a otros niños: "Recuerdo hablar de ello en el baño de la guardería cuando tenía tres años. Vi que otros niños tenían prepucio y les dije que esa cosa era rara ¡y probablemente no debería estar ahí". Veinte años más tarde, Jonathan no está totalmente seguro de las implicaciones morales de la circuncisión ritual. Aunque nunca ha conocido a nadie que se arrepintiese de estar circuncidado, ahora no le parece moral. "Si la circuncisión es parte importante de una cultura, ese hombre debería decidir por él mismo cuando sea adulto si quiere hacerlo o no, en lugar de decidir por sus hijos".

En junio de 2012 Alemania vivió un debate similar al noruego cuando un juzgado de Colonia equiparó la circuncisión masculina con daños físicos. Esto hizo que los hospitales de todo el país dejasen de llevar a cabo el procedimiento, debido a su incierto estatus legal en aquel momento. Teniendo en cuenta que el país tiene una población turca y kurda de unos cuatro millones de personas, y que en las dos etnias es costumbre circuncidar a todos los niños, el parón fue de gran importancia. Aunque el juzgado no prohibió la práctica, sí dictaminó que el derecho de un niño a su integridad física se debería anteponer a las creencias religiosas o condiciones de los padres. Después de intensos debates sobre la necesidad de tener prepucio en el siglo XXI, el Consejo alemán sobre la ética intervino y exigió estándares legales universales, rechazando así la afirmación de que la circuncisión masculina sea una práctica dañina. En diciembre de 2012 el Parlamento alemán aprobó apresuradamente una ley que asegurase que la circuncisión fuese legal, pero solo si la realizaba un doctor cualificado o un circuncizador, y podía realizarse únicamente en los primeros seis meses de vida del niño.

Un procedimiento pequeño pero exótico

En Europa no se le suele prestar mucha atención a la circuncisión masculina, mientras que la mutilación genital femenina (MGF), a veces mal llamada "circuncisión femenina", es una preocupación mucho más común. Pero no debería confundirse la una con la otra. La MGF, como su nombre indica, es un espantoso acto de violencia contra las mujeres. Es ilegal en todos los países de Europa, como debe ser. Sin embargo, la circuncisión masculina es totalmente distinta. Si se hace bien, no es más que un procedimiento médico menor que muy raramente tiene efectos negativos en el bienestar físico y mental del niño. Según el informe Circuncisión masculina: tendencias mundiales y determinantes de prevalencia, seguridad y aceptación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor del 30% de todos los hombres estaban circuncidados en 2007, de los cuales un 69% eran musulmanes y un 0,8% eran judíos. El 13% restante no es de ninguna de las dos religiones pero les circuncidaron porque hasta los años 70 esta práctica era promovida en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido Australia por razones de higiene y prevención de enfermedades.

En Europa la circuncisión masculina nunca tuvo mucho éxito. Según las estimaciones de la OMS, la tasa de circuncisiones en la mayoría de países europeos no llega al 10%, excepto en Bosnia y Herzegovina, Serbia, Montenegro, Kosovo, Macedonia Albania. Sin embargo, es posible que el creciente número de inmigrantes provenientes de países musulmanes haya dado la vuelta a las estadísticas en unas pocas décadas. "Me parece que en Europa la circuncisión aún se percibe como demasiado exótica", comenta Ferhad. Dice que su única preocupación en cuanto a estar circuncidado es que "a veces las mujeres no saben qué hacer". Pero no es el único en esta situación. Además de ser un ritual religioso, la circuncisión también ayuda a mejorar las infecciones del tracto urinario o la fimosis patológica. Esta última es una condición que impide que el prepucio pueda retraerse completamente, lo que puede ser muy doloroso y crear numerosas complicaciones.

Las ventajas de no tener prepucio

En el Reino Unido alrededor del 6% de los hombres están circuncidados por razones no religiosas, aunque el servicio público de salud (NHS) no cubra el procedimiento. A Paul* le diagnosticaron fimosis cuando tenía 12 años: "Recuerdo la operación. Fue muy doloroso y no pude andar bien durante un mes. Me dieron puntos de sutura y tenía que tomar baños calientes para el dolor". Unos meses más tarde apenas quedaban secuelas físicas, pero sí algunos efectos psicológicos. "Sabía que la circuncisión no era algo común en Reino Unido así que me preocupada que las chicas pensasen que era un rarito. Pero aun así, me gusta estar circuncidado porque antes tenía que retraer el prepucio para limpiarme, lo cual era asqueroso".

En los últimos años la OMS ha llevado el debate más allá. Según algunos estudios médicos, los hombres circuncidados tienen menos riesgo de contraer el VIH y otras enfermedades de transmisión sexual. Por eso la OMS, junto con UNAIDS, ha promovido que la circuncisión masculina se incluya en los programas de prevención del VIH del África subsahariana. En algunos países, como Etiopía Madagascar, la circuncisión es ya muy común, y en otros países africanos la tasa de hombre circuncidados está subiendo. En Europa la circuncisión no forma parte de los planes de prevención del SIDA y en los últimos 50 años apenas ha habido cambios en las cifras de hombres circuncidados. Sin embargo, en Estados Unidos, Canadá y Reino Unido la tasa de operaciones está bajando lentamente. La mayor razón puede ser que los últimos estudios médicos han sido menos definitivos en cuanto a los beneficios de salud en general que trae la circucisión, además de que los servicios de salud no cubran la operación.

Paul dice que no se arrepiente de haberse circuncidado: "El prepucio me parece un atraso evolutivo que se puede solucionar con una simple operación. Si tuviese un hijo querría que se circuncidase porque creo que merece la pena". Jonathan, sin embargo, no querría tomar esa decisión: "Si tuviese un hijo probablemente no le circuncidaría. Es su prepucio y él debería decidir si quiere hacerlo o no". Ferhad, sin embargo, no puede imaginarse tener un hijo y no circuncidarle, aunque él mismo no es musulmán practicante: "Cuando estaba en el instituto los otros chicos hablaban de cosas asquerosas que yo nunca había experimentado", explica. "Creo que es porque estaba circuncidado, así que me alegro de ello", añade riendo. Puede que sea algo a considerar. Al fin y al cabo, para un hombre no es más que un pequeño corte.

*El autor ha cambiado todos los nombres para proteger a los entrevistados.

Artículo publicado en la edición de octubre de Europe&Me. Todos los derechos son de la autora y Europe&Me. 

Translated from The Case of the Missing Foreskin