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El Bronx, otro territorio de ultramar europeo

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SociedadLifestyle

Bueno, casi. Al tiempo que la fuente al norte de la Casa Blanca se teñía de verde en celebración de la festividad de San Patricio el 17 de marzo, echamos un vistazo a cómo los recién llegados de Europa han insuflado nueva vida a viejos barrios étnicos en los cinco distritos en los que se divide Nueva York, destino de inmigrantes con solera.

Contando la UE con 27 miembros y Bruselas bien lejos del otro lado del océano, ¿es Europa acaso tan solo una noción abstracta?

El barrio del Bronx de Morris Park alberga a muchos de los 70.000 neoyorquinos nacidos en Italia. Aunque la inmigración de Italia se ha parado, todavía se escucha italiano en las calles, los embutidos cuelgan en las ventanas y algunos italoamericanos han incluso descubierto un gusto por la UE. El Dr. Joseph Scelsa, presidente del Museo Italoamericano, cree que mucha gente en su comunidad se ha dado cuenta de los beneficios que se extienden a todo el ámbito europeo de reclamar su nacionalidad italiana. “Todavía hay una conexión europea”, dice. “Mi hijo es un americano de cuarta generación, pero yo le animo a que obtenga su nacionalidad. Como arquitecto, ser capaz de trabajar en el mercado europeo es algo a tener muy en cuenta”. El mayor número de italoamericanos (40%) vive en el condado de Nueva York de Richmond, según un censo de 2000 de la fundación nacional italoamericana.

UE - Ciudad de Nueva York

(Lucas Berrini/flickr)Entre tanto, casi 40 millones de estadounidense dicen ser de origen irlandés, entre ellos, el nuevo presidente, de origen afroamericano e irlandés. La inmigración reciente aporta sangre fresca a los barrios irlandeses de Woodland en el Bronx y la sección de Woodside en Queens, pero el regreso del acento irlandés al barrio no ha inspirado gran nostalgia por la UE. Liz Kenny, directora ejecutiva del centro irlandés de Nueva Cork, cree que los que hace poco que llegaron desde luego que se están volviendo americanos y están al margen de la identidad europea de su tierra natal. “No es que no aprecien lo que la UE ha hecho por sus familias en Irlanda, es simplemente que ellos nunca han sido parte de ello”, insiste. Irónicamente, un artículo de diario británico The Guardian del 18 de marzo informa que entre 2001 y 2007, más gente se ha mudado de los Estados Unidos a Irlanda que al revés, según la oficina irlandesa central de estadísticas.

Unos 65.000 inmigrantes nacidos en Polonia viven en el barrio neoyorquino de Greenpoint

Los nuevos miembros de la UE están bien representados en los distritos. Cerca de 20.000 inmigrantes rumanos viven en las áreas de Sunnyside y Ridgewood en Queens, al igual que lo hace la comunidad búlgara con unos 4.000 miembros. Astoria, en Queens, es conocida por su gran población griega de casi 30.000 miembros, los expatriados griegos hace tan solo muy poco que consiguieron el derecho al voto en las elecciones nacionales griegas desde su país de residencia, pero existen también enclaves de checos y eslovacos. Más al sur de Brooklyn, muchos de los 65.000 inmigrantes nacidos en Polonia han hecho del barrio de Greenpoint su hogar, viviendo codo con codo con una mezcolanza de vértigo de latinos, pijos alternativos y judíos ultra ortodoxos originarios de Transilvania. Finalmente, hay dispersa una pequeña comunidad báltica entre los 150.000 residentes de la antigua Unión Soviética que viven en Nueva York.

Mientras que los franceses, alemanes y británicos no tienen ningún barrio al que llamar suyo, Smith Street en Cobble Hill en Brooklyn se ha convertido en algo así como una avanzadilla francesa. El 14 de julio, se instalan campos de petanca en medio de la calle, casi parece que los jugadores, siempre con el pitillo en la boca, están sacados de Marsella.

Hogar, dulce hogar

(skreuzer/flickr)Hay una red floreciente de asociaciones y clubes sociales en los barrios europeos de los distritos de Nueva York. Desde simples fachadas a grandes centros comunitarios, estas instituciones ofrecen servicios vitales a los recién llegados. Pero para esa añoranza del hogar, no hay nada mejor que comida, bebida y música de regusto hogareño, y hay numerosos establecimientos. Los restaurantes en Sunnyside ofrecen Mămăligă (un plato rumano de maíz amarillo, como la polenta italiana) y Muzica Lautareasca ejecutada por músicos gitanos de la zona, mientras que el venerable Bohemian Hall de Queens ofrece cerveza Staropramen y música de una banda de cuerda alocada a los checos y eslovacos. Los griegos pueden mover el esqueleto al ritmo del bouzoukis en Astoria, los jóvenes polacos acuden en masa a las discotecas de Greenpoint y músicos de talla internacional irlandeses frecuentan sesiones de música folk en pubs de todo el Bronx.

"Estamos a la cabeza de Europa, pero eso no forma parte de nuestra vida cotidiana"

Gita Klinderová de la asociación de voluntarios y literaria de Bohemia (BBLA en sus siglas en inglés) cree que tales establecimientos son vitales para los checos que simplemente no tienen tiempo para preparar complicados platos tradicionales. “Somos una nación a la que nos gusta la cerveza, así que tiene sentido juntarnos en un bar”, bromea. ¿Pero están los checos del Bohemian Hall dando un brindis por la presidencia checa de la UE? Probablemente no. “Somos conscientes de que estamos a la cabeza de Europa, pero no forma parte de nuestra vida del día a día”, Klinderová añade. Hace sesenta años Europa era un montón de cenizas y los inmigrantes europeos de Nueva York aguardaban esperanzados un futuro mejor en los Estados Unidos. En la actualidad, los ciudadanos de una UE fuerte y en expansión pueden encontrarse por toda la ciudad, pero todavía está por verse si la Unión jugará un papel simbólico en sus comunidades.

Story by

Translated from The Bronx, another European overseas department