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¡Diga!

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Torre de BabelCultura

“Gastón, el teléfono suena y nadie responde”, cantaba el francés Nino Ferrer en los años sesenta. En aquel entonces, muchas personas de Europa Central y del Este aún soñaban con poder tener teléfono en sus propias casas. E incluso veinte años después, algunos seguían esperando a que se hiciera realidad su sueño de poder conversar telefónicamente desde sus hogares.

Hoy, el teléfono es un medio que nos permite comunicarnos allá donde estemos: en la calle, en el autobús, en una tienda y hasta (por desgracia) en el cine.

Las melodías telefónicas pueden ser tan diferentes como las fórmulas utilizadas en Europa al coger el teléfono. Con independencia del país, en las instituciones públicas o empresas se suele responder a una llamada siguiendo la misma pauta: nombre y apellidos de la persona que coge el teléfono o nombre de la empresa. Sin embargo, en las conversaciones privadas, las fórmulas son muy distintas.

Los más internacionales parecen ser los alemanes, quienes al responder dan su nombre y apellido, lo que nos permite confirmar que no nos hemos equivocado de interlocutor.

Los franceses con su oui, allô y los polacos con su tak sucham (“sí, le escucho”), parecen ser algo más reservados, sin bien al subrayar que están escuchando muestran interés por lo que la otra persona tiene que contarles.

Los más pragmáticos son los italianos, con su pronto (“estoy listo”), que se remonta a los tiempos en los que la comunicación se establecía por operadora. Y por último, el que llame a España tiene que estar preparado para comenzar a hablar en cuanto su interlocutor se lo pida con un “diga”.

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