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Cultura africana S.A.

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Entre el 13 y el 15 de noviembre Etiopía albergará el primer congreso cultural panafricano. Con el patrocinio de UNESCO y organizado por la Unión Africana.

El “Dak’art”, la bienal de arte contemporáneo o el festival de cine “Fespaco” han constituido durante mucho tiempo las principales citas culturales del continente africano. ¿Qué puede aportar entonces un nuevo congreso a una cultura africana rica en diversidad pero a menudo pobre en proyectos?

Este acontecimiento de envergadura internacional, organizado bajo el auspicio de UNESCO tendrá lugar entre el 13 y el 15 de noviembre en Adis Abeba, la capital de Etiopía, y sus organizadores esperan la llegada de alrededor de 3.000 profesionales del mundo artístico. Esta primera edición, poco divulgada, parece prometedora. A condición de que los participantes hablen realmente de cultura.

Por otra parte son muchos los que piensan que el desarrollo cultural africano debería también ser motivo de apropiación por parte de los propios africanos. Por largo tiempo, estos juzgaron innecesario interesarse por la cultura, ya sea por complejo de inferioridad o por pragmatismo: en efecto, muchos no ven la utilidad de las obras de arte en general y de las pinturas en particular

Una puerta de socorro

Envueltos en deudas y corrupción, los dirigentes africanos son culpables de haber descuidado durante largo tiempo las políticas culturales en beneficio de otras políticas estructurales o coyunturales. Es tiempo ya de que los artistas africanos, desde los contadores de historias hasta los cantores, sean finalmente reconocidos por las elites del poder y aporten sus ideas a esta África en búsqueda de personalidad. El desarrollo cultural ofrece una vía excepcional para salir del abismo del subdesarrollo y de las guerras fratricidas.

También Europa tiene un papel que desempeñar. Su dominación cultural de Africa tiende no sólo a la colonización, sino también a la formación de elites africanas en las Universidades del Viejo Continente. Esta influencia es hoy en día tan fuerte que la mayor parte de los artistas africanos se ven obligados a trasladarse a Europa para ser reconocidos. Una tendencia que deja entrever un problema mayor, el riesgo de generar una cultura destinada a Europa -como lo es actualmente el caso de la pintura, la música y la literatura– y otra específicamente local, destinada a la población autóctona. Como si la cultura tuviera que ser segregacionista.

¿África S.A.?

Sin embargo es innegable que la inmigración africana hacia el Viejo Continente ha dado lugar a una verdadera mezcla. Con sus ritmos particulares, la música africana ha logrado encontrar su público en Europa. De igual modo, el arte africano – las famosasa artes primitivas, consagradas por la apertura en junio último, del museo Quai Branly en París– resulta hoy en día tan sugerente que ya se sostiene en un mercado.

Desde la ropa hasta la cocina, pasando por la decoración, la atracción del continente negro es tal que uno se pregunta si no existe una marca África S.A. ¿Esnobismo altermundialista o alternativa a la hegemonía cultural estadounidense? Para Eloï Fiquet, director de investigaciones en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales (EHESS) francesa y especialista en temas africanos, “esta etiqueta funcional anda muy bien en la actualidad, pero es imposible reducir todas las expresiones artísticas que se desarrollan en este vasto continente a la etiqueta África”.

Entrevista a Eloï Ficquet, investigador de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales (EHESS) especialista en cuestiones africanas

¿Cuáles son las especialidades africanas en cuanto a arte contemporáneo?

Las bienales de arte contemporáneo organizadas en Dakar y en El Cairo han demostrado que África no se halla reducida a un barniz cultural susceptible de interesar sólo a los antropólogos: los artistas africanos no tienen un carácter subalterno con relación a sus homólogos europeos. Muy lejos de ello, participan en el mercado internacional de arte y han sido ubicados en un pié de igualdad. A diferencia de otros sectores como el del petróleo -en el que existe predominio europeo y evidentes diferencias económicas-. Un buen ejemplo de trayectoria exitosa es la de Okwul Enwezor, un reputado comisario

de exposiciones nigeriano, actualmente responsable de la Bienal de Arte de Sevilla (BIACS). El arte se halla hoy en día floreciente debido a que las situaciones críticas y las alteraciones sociales que vive África constituyen situaciones mucho más propicias a la creación que el confort en el que viven los artistas europeos demasiado aburguesados.

¿Qué se puede esperar de este Congreso cultural panafricano?

Grandes declaraciones políticas en donde cada uno de los representantes gubernamentales se vanaglorie de su actual política cultural. Las verdaderas iniciativas llegan desde el tejido local. Yo no quiero desacreditar el papel de los políticos a nivel local, pero este tipo de acontecimientos no sirve más que para justificar la existencia de organizaciones como la Unión Africana

¿Se puede hablar de un arte panafricano?

En los años sesenta existía la intención de unificar la cultura panafricana a través de festivales como el de Dakar o el de Argelia, acontecimientos muy ambiciosos con fuertes repercusiones. Sigue existiendo el ideal panafricano, pero hoy en día el nacionalismo paranoico arraigado en ciertos países, como Costa de Marfil, Senegal, Eritrea o Sudán, constituye un obstáculo para las expresiones culturales. Por otra parte, la colonización produce su impacto en el arte africano. En los años sesenta y setenta, cuando se hablaba de la escuela pictórica de Dakar o del teatro guineano, se evocaba una especie de arte oficial tercermundista, que respondía a la presencia colonial. Aun cuando las cosas hayan cambiado, el colonialismo sigue formando parte de la paleta.

¿Cuál es el papel de Europa en el desarrollo cultural del África?

La restrictiva política de admisión de Bruselas constituye un verdadero obstáculo para los intercambios culturales entre Europa y África. Hoy en día, un artista africano necesita la invitación de una institución cultural oficial para poder participar en el espacio Schengen. La libertad de circulación está trabada. Y para existir como artista extranjero es preciso estar presente en los circuitos oficiales y haber logrado ya cierta respetabilidad. Hace una década, había más intercambio pero las leyes francesas de Sarzkozy y Pasqua junto a las políticas antiterroristas de la Unión Europea han reducido la interactividad. ¿Hace falta recordar que el arte se nutre de libertad?

¿Cuáles son las necesidades africanas en el plano cultural?

Para mejorar los intercambios es necesario desarrollar el acceso a Internet. Creo que es necesario reducir el control policial sobre los artistas extranjeros y finalmente reconocerles su trabajo. Cuando se habla de arte poco importan las especificidades nacionales

Texto: Mariona Vivar

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