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Consolidación de la paz: se trata de personas reales, no de estadísticas

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Elvira Paz Becerril

La joven Frosina Doninovska, de Skopie, Macedonia, ha tenido la oportunidad de ser nombrada Embajadora de Reconciliación Juvenil (Youth Reconciliation Ambassador) tras participar en un encuentro único de 20 jóvenes entusiastas procedentes de Macedonia, Serbia, Bosnia-Herzegovina y Kosovo.

La joven Frosina Doninovska, de Skopie, Macedonia, ha tenido la oportunidad de ser nombrada Embajadora de Reconciliación Juvenil tras participar en un encuentro único de 20 jóvenes entusiastas procedentes de Macedonia, Serbia, Bosnia-Herzegovina y Kosovo. Durante el seminario, de una semana de duración, organizado por el Comité de Educación Juvenil de Belgrado y apoyado por la Embajada del Renio Unido en Serbia, los participantes tuvieron un espacio para poner en común sus opiniones acerca de los conflictos en la región, poner en tela de juicio los obstáculos hallados en el proceso de reconciliación y asistir a charlas de excepcionales ponentes y expertos en consolidación de la paz en la antigua Yugoslavia. Frosina resume sus impresiones e insta a todos los jóvenes a abogar por la paz y la reconciliación:

Cuando recibí la respuesta del organizador notificándome que me habían elegido para participar en el seminario «Embajadores de Reconciliación Juvenil», no me sorprendió realmente. No era mi primer seminario, así que en realidad esperaba estar entre los participantes seleccionados de Macedonia. Pronto llegó el día de partir hacia allá. Estaba preparada para comenzar y compartir mi experiencia, porque considero que dispongo de conocimientos sólidos en el tema del seminario. Cambié de opinión:

1. Todavía mucha gente se identifica con las opiniones de su grupo 

Reunirme con tantos jóvenes en un mismo lugar y hablar sobre el tema de la consolidación de la paz y la reconciliación me hizo sentir que, después de 20 años, al fin hemos pasado página, que somos las personas en las que reside el cambio, el futuro de nuestros países, y que actos de educación y formación no reglada como este conseguirán forjar relaciones sólidas. También saqué una conclusión más precipitada: es extraño lo mucho que cambian las personas cuando se identifican con el grupo al que pertenecen, y cómo -esto es aún más importante- siguen creyendo en todo lo que se les dice. No podía creer que de verdad defendiéramos las historias que todos conocíamos. «Nuestras historias». ¿Quién tuvo la culpa? ¿Por qué? Era como si hubiera entre nosotros una máquina del tiempo que nos transportara al momento en el que todo empezó.

2. El pasado siempre está a la vuelta de la esquina

Todos esos documentales y vídeos que vimos, toda la información y todas las cifras de muertos y desaparecidos durante la guerra, nos transportaron a hace 20 años. Delante de nosotros había madres llorando, de luto por sus hijos: «Solo tenía 14 años -decía una madre-. Ojalá hubiera podido verlo una vez más, o, al menos, encontrar su tumba, donde poder acudir y llorar cuando no sea capaz de resistir más». En ese momento miré a mi alrededor. Todos llorábamos, rotos por dentro. Abrumados por sentimientos de tristeza y empatía. Todos sentíamos compasión de la madre que había perdido a su hijo, de los niños que habían perdido a sus padres, de las familias de los muertos y de los cientos de desaparecidos.

3. Se trata de personas e historias reales, no solo números

El deseo de lograr un mañana mejor, un futuro mejor para nosotros, los jóvenes, e incluso de nuestros descendientes, depende de nosotros. En nosotros reside el cambio, el cambio en la percepción que se logra derribando estereotipos. Todos somos lo mismo. Todos somos iguales. Y, al fin y al cabo, todos somos personas. Me alegro mucho de haber tenido la oportunidad de conocer a esas personas. Al principio de este artículo, dije que sabía mucho sobre reconciliación. Me equivocaba. No sabía nada. Ni un solo artículo, libro o recurso que haya usado en mis estudios transmite la verdadera imagen. Un chico me contó que había perdido a su familia durante la guerra civil de Bosnia; en total, 28 personas de su familia murieron durante aquel violento derramamiento de sangre. ¿28? Eso es solo un número, una estadística en los libros de historia. Pero oírselo contar a él te rompe el corazón.

Lee el artículo completo (en inglés)

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Translated from Building Peace Is About Real People, Not Statistical Numbers