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Concha buika o cómo seguir tu sueño se convierte en misión

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Cultura

Sentado, frente a Concha, uno siente que ella lleva las riendas de la conversación, que no le gusta que le marquen qué responder. A pesar de que dice que tiene mucho sueño, aunque sus ojos le den la razón. Piensa, reflexiona, y si sobra tiempo, hace música. Es su misón dice, mientras la mística se confunde con las burbujas de su agua con gas que explotan sin que nadie les haga caso.  

Sonaba en el hilo musical algo que pretendía ser soul, pero aquello que salía por los altavoces no era más que una voz enlatada, prefabricada, dispuesta para el consumo, sin alma. Tenía delante mía a Concha Buika y me pareció que ella era la que acaparaba todo el espacio, lo llenaba. Sentada, al otro de la mesa, yo me sentía Neo y enfrente parecía estar Morfeo. No era una entrevista, era como sentarse frente a un libro abierto, una sabia que te regala media hora de su tiempo para compartir sus reflexiones. "No me gusta autodefinirme, me parecen autoengaños o pequeños jardines de descanso, y a mí no me gusta descansar, ya descansaré cuando me muera". Y así, sus respuestas, sus ideas, conceptos y pensamientos rebotaban por la sala de aquel hotel, subían hasta la cristalera del techo y y se asentaban como grandes sentencias, como una niebla espesa. Mejor saborearla que intentar despejar la bruma inútilmente con las manos, o con otra pregunta hecha a trompicones, que viene a ser lo mismo.

Fiel como una nota libre

Concha Buika, nacida hace poco más de 40 años en Mallorca, recorre estos días Europa presentando su disco "La noche más larga", en esa mezcla tan personal de jazz y flamenco, si es que alguna vez fueron algo diferente. Aunque no le gustan las etiquetas y confiesa que le hace mucha gracia lo que los periodistas decimos de su música, "sólo he sido fiel a lo que yo era". Suena a tópico y aunque me regale una sonrisa burlona, continúa diciendo que si eres fiel a tus miedos y no a los ajenos el éxito llegará. Revolotea sobre esa idea, dice algo más sobre si el éxito no es tener más o menos dinero, o ligar más o menos cada fin de semana. Frases que son como pequeños haikus regalados, a modo de souvenir en la ciudad de la luz.

Para una persona que se siente una portadora de música, que dice cumplir una misión, que le gusta más Pink Floyd o Chavela Vargas que lo suena por las radios de hoy, para ella, es como si nos hubiéramos quedado ciegos, dice que tenemos nostalgia de la sensación de pura vida. Y lo anoto en mi cuaderno, no vaya a ser que la grabadora no haya registrado esa frase. Sonríe, cada vez sus reflexiones son más largas, sus ideas tienen más colores, se siente cómoda. La conversación se vuelve más agradable, caemos en la Crisis, en lo complicado para un músico de salir adelante, en la conversación de todos vaya. "El mundo está medio destruido y tenemos que construirlo de nuevo y pierdes el tiempo peleándote con uno u otro...", su forma de construirlo es llevando mensajes de un lado a otro del planeta dice, explicando que los españoles somos cojonudos, que el rock and roll es cojonudo, que la música latinoamericana es cojonuda...vaya usted a saber.

Sueños ajenos y música electrónica

Dice que la música nos sirve para escucharnos por dentro mientras me mira a los ojos, para diferenciar qué son anhelos propios y cuáles inventados. Para saber si aquel coche caro que nos queremos comprar nos hace falta o es un sueño ajeno. El sueño que tiene ahora mismo ella entre manos es un disco de música electrónica, lo acaba de grabar de hecho, aunque esto en boca de Concha Buika suena raro, pero en la conversación salen los nombres de Rubén Darío o Juan Ramón Jiménez y sabes que volverá a ser esa mezcla de esencia clásica con el mundo contemporáneo. A la música juvenil le faltaba amor, del que desgarra, dice. Quizás hayamos perdido poesía.

Una poesía que en directo suena fluida, potente, suena a jam session. Es jazz, blues, flamenco y rock and roll, es Música en definitiva. Para una persona que dice que no entiende de estilos ni de etiquetas, que se deja de llevar entre los acordes puede resultar fácil. "Salgo al escenario como el gladiador que salía a la plaza, a ver qué sale. Es música solamente, siete notas, sostenidos y bemoles, si tenemos que buscar seguridad para eso...No ensayo ni preparo nada, salgo al escenario y a ver qué tal".

El espíritu de la improvisación, ese que es capaz de crear geniales obras, de emocionarnos, de hacernos llorar o ponernos los pelos de punta. Y aún así parece poca cosa para Concha Buika, ella que se define como "un aparato" para su reina, la Música. De hecho, no le importaría ser una desconocida, "la misión de un músico no es la de satisfacer o hacer que los demás le entiendan, es que entiendan la Música".