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Compartir el « oro azul » en los paises del « oro negro »

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La UE debe proponer una Comunidad para el Oriente Próximo según el modelo de la Comunidad del Carbón y el Acero. La paz en Oriente Próximo no se hará de golpe sino a través la creación progresiva de una solidaridad de hecho.

Según la Unesco, entre 2 y 7 mil millones de seres humanos podrían carecer de agua en 2050. Pero, hoy por hoy, el problema se plantea ya con una agudeza particular en el Oriente Próximo. Por un lado, la mayor parte de la región se sitúa bajo el umbral de aridez y sufre sequías regulares (la última data del 2000); las capacidades hídricas de la región ya no son suficientes (las de los territorios palestinos ya está bajo el umbral mínimo de 125 metros cúbicos por año y por persona e Israel y Jordania van a aproximarse cada vez más a este umbral hasta 2025), y a veces sobrexplotadas (en un 217 % en la área acuífera de la franja de Gaza) con consecuencias muy serias sobre el medio ambiente. Por otro lado, dado el desarrollo demográfico y económico de la región así como su urbanización creciente, la demanda de agua dulce debería seguir aumentando mientras que los recursos se estabilizarán. Sin embargo, el proplema no radica tanto en la carencia de agua sino en su desigual reparto. Así, Turquía, y en menor medida Irán y Siria, hacen las veces de arca de agua para toda la región. Se pueden distinguir dos conjuntos geográficos que tienen recursos hídricos significativos : la cuenca del Éufrates y del Tigris, partida entre Turquía (en la que nacen ambos ríos), Irak y Siria ; la cuenca del Jordán que baña Siria, Israel, Jordania y los Territorios Palestinos. Además, Irán y Qatar, Turquía e Israel, Irak y Kuwait (en 1989) han firmado convenios o mantenido relaciones comerciales en el campo del abastecimiento en agua. Así pues, lo que resalta es la interdependencia profunda de los paises de la región en lo que al precioso líquido se refiere.

Una « Jordan Valley Authority » en 1936

El agua, por desgracia, es muchas veces el origen de tirantez entre los usuarios de una misma fuente. Así pues, el agua es el tema principal del conflicto israelo-palestino, ya sea para el control de la punciones en la área acuífera de Cisjordania, o ya sea en el ámbito de la negociaciones entre Israel y Siria referente al altiplano de Golán, cuyas fuentes abastecen el lago Tiberiades y representan el tercio del consumo de agua israelí. El agua resultó ser moneda de cambio en las manos de Turquía, en la época en que Siria apoyaba al PKK de Ocalán (1). En cuanto al conflicto entre Irán e Irak, fue originado por un desacuerdo sobre el Chatt-el-Arab, un río a la confluencia del Tigris y el Éufrates. Los ejemplos son numerosos. Así pues, en una región expuesta a un contexto político difícil, una desconfianza cierta entre los Estados y el miedo a la dependencia mutua, el agua aparece, en el Oriente Próximo más que en cualquier otro lugar, como un recurso estratégico, muchas veces como un instrumento.

Sin embargo, uno de los medios comprobados para garantizar una gestión eficaz de este recurso radica en la cooperación entre los protagonistas. Existen precedentes. Así, en 1936, un plan inspirado por las obras realizadas en la Tennessee Valley en los EE UU proponía establecer una « Jordan Valley Authority » sometida a vigilancia internacional. El « Plan Johnston » de 1954 preveía también el reparto de las aguas del Jordán entre Siria, Líbano, Jordania e Israel, supervisado por una autoridad neutral.

Más tarde, en 1991, Turquía propuso que una conferencia internacional tratara el problema del agua en la región, pero no se le dio curso a causa de los reparos sirios y estadounidenses. Las negociaciones multilaterales de Moscú en enero 2002, resultado de la conferencia de Madrid, preveían también un grupo de trabajo referente al agua.

En otro lugar, en otro continente…

Turquía, de nuevo, propuso construir (con un coste de unos 21 mil millones de dolares) un «oleoducto de la paz» que encauzara unos 5,7 millones de metros cúbicos de agua por día (provenientes de dos ríos que desembocan en el Mediterráneo : el Seyhan y el Ceyhan) hacia Siria, Jordania, Arabia Saudí y los Estados del Golfo, y posiblemente hacia Israel y los Territorios Ocupados, lo que hubiera abastecido entre 15 y 20 millones de personas. El proyecto no salió a luz a causa del coste elevado de la operación y las resistencias de los protagonistas ante la idea de depender de Turquía para su abastecimiento. También existen numerosos ejemplos de cooperaciones bilaterales, por ejemplo entre Israel y Jordania tras el tratado de paz de 1994.

Sin embargo, ha resultado imposible establecer una cooperación regional amplia y duradera, lo que es, según los expertos, el mejor medio para poner remedio a la escasez. Probablemente porque cuando se trata de ceder una parte de su soberanía repecto a un recurso tan estratégico, las partes implicadas desconfian unas de otras. Sin embargo, si examinamos el pasado, en otro continente, en Europa, podemos encontrar, a proposito de otros recursos estratégicos, un ejemplo de cooperación regional que conoció un éxito completo. Tomando todas las precauciones que exige el contexto histórico y geográfico, no parece inimaginable establecer, siguiendo el ejemplo de la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA), una Comunidad del Oriente Próximo para el Agua.

Una presión amistosa

Esta comunidad, poniendo la gestión de agua de la región bajo la supervisión de una autoridad supranacional, permitiría al fin dejar atrás las rivalidades y crear una solidaridad de hecho entre los paises de la región, sentando así las bases de una cooperación mas amplia con un objeto común de desarrollo. En el contexto del conflicto israelo-palestino, permitiría sacar el problema del agua del ámbito de las negociaciones, contribuyendo a llegar a un acuerdo más fácil. Disminuyendo las tensiones en lo tocante al agua, facilitando los intercambios de prácticas y tecnologías entre las partes, preservando los recursos y el medio ambiente con un reparto que permita a cada uno tener acceso a las cantidades de agua necesarias para su desarrollo, esta comunidad representaría un instrumento de desarrollo regional sostenible, y de los más poderosos.

Ante pespectivas tan prometedoras, algunos objetarán la mala voluntad de los protagonistas, sus posiciones irreconciliables. Dirán que el ejemplo de la CECA no se puede transponer en el Oriente Próximo, o sea en un contexto atormentado. No obstante, cinco años después de la Secunda Guerra Mundial, Francia y Alemania, con 4 otros paises, consiguieron poner en común recursos extremedamente estratégicos porque estaban estimulados por una visión política a largo plazo con un objetivo de desarrollo común. Hay que precisar que, en esa época, fueron animados a tomar este rumbo por la presión de los EE UU, que consideraban que era en su beneficio.

A la luz de esta experiencia, concluimos que no hay especificidades propias de Oriente Próximo que sean diferentes de los obstáculos superados durante la creación de la CECA. Aún se encuentra, hoy en día, una voluntad estadounidense fuerte, la de « modelar un nuevo mapa de Oriente Próximo ». Con el uso de la fuerza, si es necesario. No temamos decir que, hoy en día, a la UE le toca ejercer una presión amistosa sobre los paises del área, lo que iría en beneficio de ellos y del suyo propio. Así pues, situándose a un nivel de cooperación y ofreciendo su propia experiencia y su asistencia a los protagonistas, la UE tiene la posibilidad de distinguirse del militarismo estadounidense. Posee un margen de maniobra. En cuanto a los EE UU, parecen más preocupados por los oleoductos del oro negro, los cuales, de Kabul a Bagdad, no son los de la paz.

(1) El Partido Obrero de Kurdistan (PKK), partido autonomista kurdo, dirigido por Abdalá Ocalan antes de su captura por las autoridades turcas el 16 Abril 1999, llevaba operaciones de guerillas en el sureste de Anatolia y poseía campos de instrucción en Siria.

Translated from Aux pays de l « or noir », partager l « or bleu »