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Cadáver exquisito en El País de los Mirlos Negros: capítulo uno

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Pablo Ángel

SociedadCadáver exquisito en el país de los mirlos negros

¿Fue Kosovo, a comienzos del 2000, escenario de tráfico de órganos de prisioneros serbios perpetrado por guerrilleros kosovares? En 10 años ha habido cerca de 6 investigaciones sobre este crimen macabro: una sucesión de investigaciones archivadas que abren más interrogantes que certezas. Sin cadáveres, ni testigos, el caso entorpece el reconocimiento de la independencia del país.

I - ilir

"¿Pero quién se cree que es, James Bond, o qué? ¡Qué paleto!". La primera vez que vi a Ilir, deambulaba hacia los controles de seguridad del aeropuerto de Viena con los andares típicos de un cabecilla. Con cazadora negra, vaqueros claros, abombando los hombros y con movimientos cuidadosamente mecánicos. No muy alto pero seguro de sí mismo. Imperturbable como Javier Bardem haciendo de asesino loco en No es país para viejos.

La segunda vez que lo percibí, Ilir estaba discutiendo con los guardias de seguridad, justo antes de la sala de embarque del vuelo con destino a Tirana, Albania. Escupiendo un alemán torpe y agitando su pasaporte. Finalmente se le autorizó a entrar en la cámara de inspección escoltado por dos forzudos de la seguridad. Sentado en una esquina de la terminal, bajo las luces de neón, Ilir es absorbido por un aire malhumorado fijando la vista en su ordenador portátil. Y en las pasajeras con faldas y tacones.

Y es cuando, montando en la cabina estrecha del pequeño avión de hélices, me doy cuenta de que el James Bond del aeropuerto -encarnación del mafioso de los Balcanes que me prometí a mi misma evitar durante mi estancia- sería mi vecino directo durante el vuelo. Acurrucado en su asiento y sin quitarse el abrigo. Su mirada es de un verde muy transparente, cortante y sin emoción. El avión despega y su teléfono móvil suena. Lo coge y comienza a cuchichear. Su voz se ahoga por el zumbido del motor. En un abrir y cerrar de ojos, comenzamos a hablar. Le explico que soy periodista y que vengo para visitar la región.

Ilir ha llevado una vida bastante asentada en Suiza, donde fue enviado durante el conflicto de Kosovo. Al igual que muchos albaneses de Kosovo, él no tuvo más remedio que exiliarse para huir de la política de apartheid, llevada a cabo en los años 90 por el "dueño de Belgrado", Slobodan Milosevic. En Zürich, se formó como electricista, profesión que alternaba con pequeños trabajos esporádicos y con algunos negocios, todo muy cool. Ilir fue arrestado cuando tuvo una "lucha" con un compatriota. Ahora es una persona non grata para las autoridades suizas. Se le ha denegado su permiso de residencia y debe regresar a su país.

Como la mayoría de sus compatriotas albanokosovares, la lengua, la cultura, las raíces y la religión de Ilir, el Islam, provienen de la vecina Albania. Con 33 años, Ilir, cuyo nombre evoca al próspero reinado de Iliria, el mito fundador de la península balcánica, habla mucho de su familia: "patriotas" como él dice con orgullo, sentado en su asiento. Su padre colecciona coches americanos antiguos, como el Rolls Royce o el Chevrolet de los años 50, que pertenecían a los ejecutivos dirigentes de la Albania comunista. Uno de sus tíos fundó un partido político prometedor en Tirana. El segundo está en prisión por haber asesinado a su vecino con una kalachnikov en una "pelea de barrio".

Su tercer tío tiene un hotel situado en el mar Adriático llamado Hotel Drenica. "Un lugar muy bello junto a la playa, moderno y con aire acondicionado y todo", dice Ilir con entusiasmo. "Durante la guerra de Kosovo, el hotel fue el cuartel general del UÇK, el Ejército de Liberación de Kosovo. Los patriotas se entrenaban noche y día antes de partir al maquis". Ilir me explica que los combatientes del UÇK son héroes. "Si mi padre no me hubiese forzado para ir al extranjero, yo mismo habría cogido las armas para liberar al país del perro Milosevic". Ilir me invita a venir de visita a Durrës para "ver mundo". Unos días más tarde, desembarqué en la estación de autobuses. Ruidosa e industrial ciudad portuaria encaramada al sur del Adriático. Durrës es conocida por ser el reino del contrabando y del crimen organizado; la verdadera puerta de entrada de la inmigración clandestina hacia la Unión Europea. Las costas italianas están a 8 horas de ferry para los candidatos al exilio. Gran edificio prefabricado, de color pastel, el hotel Drenica bordea la línea de costa.

La bandera de Albania: un águila negra sobre rojo sangre enarbola el pabellón nacional en la fachada. Delante de la entrada hay un monumento conmemorativo de mármol erigido en la memoria de los soldados del UÇK que no deja ninguna duda acerca de las convicciones políticas del propietario. En los años 98 y 99, el lugar, situado a unos 100 kilómetros de las fronteras, se encontraba en el corazón de toda actividad clandestina del Ejército de Liberación de Kosovo. El centro neurálgico de la resistencia por el cual habrían transitado drogas, armas y dinero sucio.

En el interior, realmente no hay ningún turista. No hay recepción. Un bar, algunos clientes habituales en la barra que se giran y me miran de hito en hito durante un largo tiempo. En las paredes de color rosa pálido hay clavados unos retratos de hombres barbudos, uniformados y con unas kalachnikov, con alarde de tener un aspecto optimista.

El tío de Ilir se acerca: es un hombre de unos sesenta años, recto como una flecha, con una mirada diáfana y una camisa con cuellos decorados. Una mirada de tiburón que me tiende la mano y me saluda con un mirdita ("hola") un poco frío. La entrevista comienza: Ilir traduce en alemán, mientras que su tío me mira fijamente con su nariz en su Rakija.

-Tiene usted cuadros bonitos en las paredes. ¿Quiénes son estos hombres armados?

-Resistentes. Héroes.

-¿Usted también fue miembro del UÇK?

-Sí. Yo era comandante.

-¿Cuál era su rol durante la guerra?

-Proporcionar los uniformes, recepcionar las armas y almacenarlas. Reclutar y entrenar las tropas. 

Según los rumores locales, han pasado cosas raras en el hotel Drenica. Ciertos testigos anónimos habrían asistido a sesiones de interrogatorios con descargas eléctricas, actos de tortura y deportaciones de prisioneros. Sin olvidar un posible comercio de órganos... Yo sé que los veteranos del UÇK no son "los chicos del coro". Hasta los mismos estadounidenses -antes de intervenir en Kosovo y de apoyarlos- los consideraban también una organización terrorista, financiados por el crimen organizado: los padrinos del tráfico de drogas, armas y redes de prostitución. Rodeado por 5 armarios con espejos y un silencio sepulcral, el ambiente no es muy propicio para las confidencias. Sin embargo, vuelvo a retomar mi interrogatorio.

-¿De dónde salió el dinero que financió la resistencia? ¿Y las armas?

-De los estadounidenses. De los guerrilleros.

-¿Usted ha matado a gente?

-Yo defendí mi país.

-¿Ha torturado a serbios?

-Eso no tiene importancia.

-¿Ha oído los rumores sobre un tráfico de órganos?

Ilir me lanza una mirada de consternación, mientras que su tío se queda en silencio. Yo insisto y la réplica cae como un misil.

-¿Tú sabes lo que significa defender a tu país?

- No, pero...

-Muy bien, mira, si tu país, Francia has dicho, ¿no? Si Francia fuese ocupada por Alemania, por ejemplo, ¿qué harías?

-No lo sé.

-Exacto. No lo sabes. ¡Tú no sabes nada!

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Translated from Cadavre exquis au pays des merles noirs : chapitre 1