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Al Sadr, un europeo en Bagdad

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¿Cuál es el hilo rojo que une el terrorismo irakí al iraní y a sus “clientes europeos”?

La coalición multilateral que condujo con brillantez las operaciones militares en Irak no hace más de un año, no consigue gestionar con la misma habilidad la paz y la pacificacion del país.

Los despistes de Washington

Daniela Pletka, del American Enterprise Institute, ha identificado los más graves errores cometidos en el arduo sendero hacia la democratizacion de Irak. El primero: considerando que el gobierno que va a tomar posesión el 28 de junio está dirigido por un ex-líder del exilio, con fuertes lazos con los Estados Unidos, y con poco tirón en el país, ¿qué impedía efectuar el traspaso de poderes el 10 de Abril del 2003? ¿Ha hecho falta 1 año para descubrir las dotes taumatúrgicas de una quincena de mujeres y hombres con un mínimo de representatividad?

El segundo error concierne la credibilidad -a ojos de los irakíes- de la política desarrollada por la coalicion en Irak. No se puede anunciar la desbaaztificaccion y condenar a Múqtada al Sadr por homicidio, para después mandar a ex-generales con bigotes a lo Sadam a negociar con ese furioso criminal. Tampoco se puede abandonar a los kurdos a su suerte (los mejores aliados de Occidente y los más acérrimos enemigos de Sadam, antes, durante y después del conflicto) poniendo en duda la naturaleza federal del nuevo Estado irakí.

El tercer error es de naturaleza estratégica más general. Muy a menudo, amplios sectores de la administración norteamericana (en particular en el departamento de Estado) han sobreevaluado aquella que Michael Ledeen llamó en las columnas del Wall Street Journal la “mano Irani”. De hecho, ya está claro que la guerra en Irak es una guerra regional en donde todos los actores locales, empezando por Siria e Irán, buscan imponer su proprio interés. Como demuestra el debate interno en el consejo de gobierno irakí, citado el pasado 6 de abril por el periodico londinense Al-Hayat. El terrible Múqtada al Sadr se ha reunido recientemente en Irán con Hashemi Rafsanjani y otros jerarcas de la “revolución islámica”, y se encuentra financieramente apoyado por el Ayatollah Al Haeri, uno de los más importantes aliados del supremo líder de la revolución, Alí Jamenei.

Aquel Zapatazo a la credibilidad europea

Afortunatamente, todos estos errores, por muy graves que sean, pueden ser resueltos para conducir a buen puerto la operación de cambio de régimen en Irak. Por suerte, George Bush y su administración así lo creen aún, junto a algunos sectores de la oposición demócrata estadounidense, encabezados por los senadores Joe Lieberman, Evan Bayh y Joe Biden, y en contra de las facciones aislacionistas de la derecha republicana. Por desgracia, hoy por hoy las soluciones a la criba de la política europea parecen fuera de juicio más que fuera de la Historia, como diría Robert Kagan.

La ironía de la Historia ha querido que el regreso a casa del último de los soldados de Zapatero se produjera menos de veinte días antes de la aprobación por unanimidad de la documento sobre las relaciones entre la Unión Europea y el nuevo Irak, recordando los tiempos de Sadam en donde no existían “relaciones contractuales” con el dictador, sino significativas “relaciones comerciales”: increíbles diplomacias verbales que esconden años de convivencia con el más sanguinario y “jacobino” de los sátrapas de Oriente Medio. De todas formas, y por encima de los banales y descontados objetivos –un Irak seguro, estable, democrático y próspero– las acciones que la Union Europea intenta materializar en lo inmediato, no van más allá del apoyo a las próximas elecciones, del diálogo político informal con el nuevo gobierno irakí y de la apertura de una nueva oficina en Bagdad. Una serie de actividades que acercan la política exterior de la Unión Europea más a la administracion normal de cualquier ONG grande y desorganisada que a la de una entidad dotada de un mínimo de vitalidad y eficacia política.

Después del acuerdo en la sede de la ONU sobre la transición en Bagdad y sobre los poderes del nuevo gobierno interino irakí, la UE no se puede contentar con un papel marginal. Como habrá elecciones el próximo mes de enero, es necesario articular una auténtica “sociedad civil” en Irak, con verdaderos partidos y verdaderas asociaciones, difundiendo el conocimiento de las reglas del juego democrático. Los actuales anclajes políticos en Irak son el espejo del Irak de Sadam. Hoy, además, las decenas de divisiones sectarias y tribales se convierten en el mayor instrumento de desestabilización -con coste cero para las manos iraníes y wahabitas- de una posible, frágil y peligrosa democracia.

Más Europa en Oriente Medio

Para reducir el riesgo de iranización de la realidad irakí, la Uinón Europea debe comprender que la guerra en Irak ha de ganarse y concluirse en Teherán. Cada ayuda prestada por Europa a los autodenominados reformistas iraníes, ha representado un acto de sabotaje a las élites moderadas irakíes anti Sadam y anti Al-Sadr. Cada ayuda prestada a los conservadores en el tema de la energía nuclear es una hipoteca para la futura estabilización de la región. Cada firma europea de acuerdos de cooperacion con Teherán es una mano que se une a las manos que guían a las acciones terroristas contra los pacificadores americanos y europeos en Falluya, Nassiriya, Nayaf y Bagdad. Cada paso hacia un rápido cambio de régimen en Teherán abreviará el arduo sendero hacia la democracia irakí. Y hoy, un cambio de régimen en Teherán es possible sin necesidad de utilizar fuerzas militares, de las cuales Europa no dispone, entre otras cosas. En Irán existe una masa crítica de cuidadanos filodemocráticos que necesitan la ayuda de una Europa que hoy coopera con los opresores. Esta ayuda venir representada por dos o tres canales de televisión en lengua farsí libres de la censura del régimen. Esta podría ser la mano invisible de una Europa hasta ahora verdaderamente demasiado invisible.

Translated from Al Sadr, un europeo a Bagdad